Glen Mills se ha citado con el médico de la selección de Jamaica en un reservado de un hotel en Río de Janeiro. Han entrado por separado y creen que nadie ha puesto sus ojos en ellos. Este es posiblemente el rincón más discreto de cuantos tienen a su alcance. Al menos parece un lugar libre de periodistas. Saben que en este mundo dominado por twitter cualquier descuido podría dañar el buen ambiente de sus atletas y deben extremar precauciones.

Desde que Usain Bolt se lesionó los isquiotibiales a un mes de los Juegos Olímpicos Glen Mills no consigue conciliar el sueño. Mañana se disputará la final de los 100 metros lisos y necesita una última opinión experta. El médico ha tenido una sesión de reconocimiento con el deportista hace apenas un par de horas y no ha visto nada preocupante en sus piernas. Todo parece en su sitio, dice con optimismo, incluso el problema en sus isquiotibiales se ha borrado. 

Las palabras del médico calman momentáneamente a Glen Mills. Es fundamental que el cuerpo de Usain no presente ningún daño serio para cubrir su dudable estado de forma. La parada llegó en el peor momento posible y no ha tenido tiempo suficiente para recuperar su punta de velocidad. Río de Janeiro verá mañana una versión muy remota del hombre más rápido de siempre.

Las lesiones no son un campo desconocido para Usain. En su historial deportivo abundan los problemas físicos. La escoliosis de su espalda ha sido una compañera de viaje inseparable. Su columna vertebral tiene la forma de un interrogante y esto lo ha ido moldeando como atleta y como persona. Aquel chico que corría 400 metros al inicio de cada temporada tuvo que dejar la distancia porque su físico no lo soportaba. Así que se centró en el 100 y 200 y sus músculos reaccionaron de manera asombrosa. Algo explotó en su interior y se convirtió en el relámpago que es hoy en día.

En esta transformación tuvo mucho que ver la aparición de Glen Mills. A partir de 2005 comenzó a entrenarlo. Usain era ya una de los diamantes más prometedores de Jamaica con 19,93s en 200 metros, récord mundial junior en la distancia. Pero su cuerpo, aún en formación, se rompía con demasiada frecuencia y se veía en la obligación de renunciar a sus objetivos. Fue entonces cuando Glen Mills dio con la clave. Revolucionó sus ejercicios, cambió de médico y conoció al masajista que lleva siendo su sombra desde ese instante. 

Por mucha confianza que Glen Mills tenga depositada en el médico no estará totalmente tranquilo hasta que lo vea entrar en primer lugar en la carrera de mañana. Conoce a Usain y está seguro que puede volver a romperse tras una mala salida o un mal paso. El enemigo es sigiloso y es capaz de aparecer en cualquier momento. Por otro lado, piensa en los admiradores. Los aficionados al atletismo esperan otra actuación memorable como la de Pekín 2008 o la del mundial de Berlín de 2009, victoria en 100 y 200 con récord incluido. Solo un milagro, está plenamente convencido, hará que baje de 9.85 segundos. Un abismo si se compara con la marca de las pasadas Olimpiadas.

Glen Mills sabe que Usain no es eterno. Ya ha visto el final en otros atletas. Incluso las grandes figuras difícilmente pueden soportar la élite más allá de tres o cuatro ciclos olímpicos. La pregunta que sobrevuela ahora mismo en el reservado del hotel de Río es el cuándo. El médico clava sus ojos en la mesa y permanece unos segundos en silencio. No veo ningún problema en que llegue al mundial de Londres del próximo año, dice con confianza. Pero Tokio 2020 es otra historia y dudo mucho que resista tanto tiempo.  

Las palabras del médico dejan mudo a Glen Mills. Este ha sido siempre su gran temor. Recuerda en esta noche de caipiriñas que cuando todo empezó con los tres oros de Pekín 2008 él tuvo ya un mal presagio. La delegación jamaicana estaba en plena efervescencia celebrando el triplete de Usain y él tenía un malestar incomprensible. Fue en aquel momento cuando comenzó a divisar ese meteorito con trayectoria directa hacia la tierra y desde entonces no le ha perdido la pista.

Usain tampoco es ajeno a todo esto. No hace mucho tuvo una conversación con él y su chico fue el primero en aceptar con deportividad el ocaso de su carrera. Le sorprendió ver en su rostro esa misma felicidad que luce en las grandes citas cuando es el foco de atención de las cámaras. Cada vez está más convencido de que ha sido este carácter risueño suyo el que lo ha convertido en el último gran héroe del Olimpismo.

Se ha hecho algo tarde en Río de Janeiro. Glen Mills apura su caipiriña y se despide del médico hasta el día siguiente. Mañana será otra fecha histórica para Jamaica y ellos deben estar descansados. Las retiradas y demás asuntos relacionados con la otra vida pueden esperar, al menos, otras 24 horas.