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Tribuna libre

Juan Antonio Ortega

#SOSMarMenor: El cambio es bueno, no lo olvides

Hasta ahora la relación con el #MarMenor ha sido más destructiva que respetuosa e integradora. En este periódico escribí de la relación entre la salud infantil y Mar Menor. El deterioro de este ecosistema ha ido paralelo a la sobreexplotación y contaminación del acuífero mayoritariamente por una actividad agrícola basada en generar productos de poco valor, con externalización de costes ecológicos a futuros a través de vivir en un entorno cada vez más agredido, esquilmado y empobrecido. Vertiendo miles de toneladas de químicos que provocan un desequilibrio mortal para el ecosistema. A esto sumas vertidos urbanos y escorrentías de la Sierra Minera. No conozco a nadie que no sienta aflicción cuando se pone en la orilla del Mar Menor estos días. Autoconciencia. La verdad está en las aguas. 

El modelo agrario intensivo de unos pocos ha traído con precisión pobreza, desarraigo, pérdida de sentido de pertenencia, trabajo precario poco cualificado con fuerte y rápido estímulo de las migraciones en la zona. Al cabo de cuarenta años de desarrollar este modelo, las zonas con la tasa AROPE o de pobreza más elevada en la Región de Murcia (CARM) coinciden con las zonas agrarias del campo de Cartagena y Mar Menor. La cuenca vertiente y el acuífero están interconectados como una esponja con el Mar Menor. Son una unidad funcional indisoluble e inseparable. 

Sabemos gracias a Fiscalía que la mayoría de agricultores del campo de Cartagena son ‘afectados’ del #SosMarMenor. Ahora más que nunca hay que apoyar a los agricultores en la necesaria ordenación del territorio y transición hacia una agricultura ecológica 100% en el Campo de Cartagena. La buena noticia es que la agricultura ecológica (secano/regadío) requiere menos agua, produce alimentos de más valor, requiere un 32% de más mano de obra, más cualificada y mejor remunerada. Contribuye a arraigar a las personas y reduce las migraciones. 

El medioambiente está huérfano en el Consejo de Gobierno Regional. Aunque todas las instituciones tengan responsabilidad, la desafección por el medioambiente y la verdad de la política regional la boquean los peces moribundos estos días en el Mar Menor. Se han cargado la ‘gallina de los huevos de oro’. Podría ser la Formentera de la CARM. Por muchas prisas y arrebatos del Gobierno regional, es necesario comprender que en la Naturaleza, nada se apresura, pero todo sucede. Oigo las declaraciones estos días de la consejería y algunas alcaldesas, y me da una tristeza enorme. No entienden lo que está ocurriendo. No saben cómo funciona el Mar Menor. Alejados del sentir popular. Sobreactúan como niños asustados. 

A nivel local. Necesitamos al menos un municipio ecologista en el Mar Menor. La labor del alcalde de Los Alcázares puede ser el embrión para generar esos nuevos modelos que vertebren territorio y generen sentido de pertenencia creando un municipio centrado en la ecología. Ha sido valiente en apoyar la ILP y salir de una mesa política del Mar Menor con escasos avances.  

Las autoridades regionales apoyadas en expertos y ecólogos con una visión de principios del siglo XX, llevan décadas considerando al Mar Menor solo como una sofisticada máquina cuyo funcionamiento se expresa en ‘inputs y outputs’. Sin embargo, no se ha tenido en cuenta la resiliencia del ecosistema del Mar Menor hasta fechas muy recientes. 

La ciencia es necesaria, pero por sí sola no es suficiente. Las declaraciones desafortunadas del Comité Científico sobre las ONGs pidiendo que no sean alarmistas asientan en un paternalismo y despotismo ilustrado innecesario. Personalmente me preocupa mucho más el tranquilismo institucional de la Consejería que el supuesto alarmismo social de ANSE o Pacto por el Mar Menor. La sociedad civil no se alarma, busca interlocutores que ni están ni se le esperan. La noción de que los científicos son los que tienen cualidades especiales para resolver cuestiones socionaturales relacionadas con los desafíos relacionados o derivados del deterioro de los ecosistemas perjudica la integridad científica y la confianza de la sociedad en la ciencia, aumentando los sentimientos de culpa y el victimismo en la ciudadanía. A mi juicio, el comité científico usa un lenguaje inadecuado. «El Mar Menor está en la UCI» exclaman. Esto transmite desasosiego y confusión en la sociedad y en los gobernantes que se ven abocados a realizar y proponer actos ‘desesperados’ con una‘emergencia vital’, sobreactúan, necesitan sentir que hacen algo ‘urgente’ y que salvan algunas vidas de las que han condenado. 

Son intervenciones basadas más en las creencias que en el conocimiento, en las que el Mar Menor y los ciudadanos somos receptores pasivos. Sin embargo, la meta en el paradigma científico que necesita el #SosMarMenor es la prevención. En este escenario, de prevención de la contaminación la implicación del Mar Menor y los ciudadanos en su propio cuidado es de gran valor, y el acto profesional y político se focaliza en la motivación y en el cumplimiento de los compromisos. 

Un deterioro crónico que requiere cuidados, y no ocurrencias. Las decisiones de importancia para la sociedad relacionadas con el Mar Menor y su cuenca vertiente no pueden dejarse en manos de una tecnocracia científica. Han de ser los ciudadanos, educados e informados, quienes democráticamente decidan. Es necesario impulsar las políticas que faciliten la participación de los ciudadanos y las comunidades. Partir de las experiencias locales potenciando las decisiones adecuadas para el Mar Menor. Apoyar nuevas oportunidades para la pequeña y mediana empresa que contribuyan a la búsqueda de soluciones. Las medidas en el Mar Menor serán coste-efectivas solo si los ciudadanos participan. 

Los habitantes de esta región tenemos que hacernos algunas preguntas cuanto antes.

¿Está todo perdido? En mi opinión, ahora más que nunca, tenemos que intentar una nueva reconexión o hibridación humana con el Mar Menor. Podemos hacer que gane una estabilidad suficiente a pesar de la influencia humana o incluso gracias a ella. Es necesario e imperativo, hacerlo de otra manera. Hay alternativas disponibles para recuperar un espacio natural único.

¿Cuánta naturaleza hay que proteger en el ecosistema marítimo litoral del Mar Menor? Encontrar el punto intermedio entre viabilidad técnica (lo que se puede llegar a preservar) y moralidad (lo que nos gustaría conservar y recuperar) será el desafío. Y cuanto antes lo abordemos mejor para todos. En esta línea una ecología reconciliadora que evite las posiciones binarias y permita el uso combinado de múltiples técnicas (restauración, diseño, protección y reconciliación) con el objetivo fundamental de proteger el máximo número de especies y hábitats compatibles con una sostenibilidad, permitirá un razonable desarrollo humano bajo ese nuevo contrato social con el Mar Menor. La resiliencia no presupone unas condiciones únicas, sino un rango de condiciones naturales. Los ecosistemas cambian, y su estabilidad depende también de la ciencia y tecnología. 

¿Quién paga el #SOSMarMenor? La buena noticia es que según fiscalía solo son veinte corporaciones agrarias responsables de más del 92% de los vertidos de nitratos. El principio en la Justicia europea es el de quien contamina paga. Y uno empieza entender el desasosiego por del Gobierno regional para exigir declarar catástrofe natural, abrir las golas... La resistencia en la ordenación del territorio del Gobierno regional ha sido pasmosa. Es urgente salir de las posiciones binarias y sentar en la misma mesa a todos los grupos de interés, sin prejuicios y acordar quien y como se paga el #SosMarMenor. Apartar a los corruptores y políticos vulnerables. El #SosMarMenor en verdad es un tema de Soberanía y Democracia. Y la única raya que no se puede cruzar en esa mesa es la de la sostenibilidad.  

La contaminación por nitratos ya no es invisible. La buena noticia es que sus causas y efectos son 100% prevenibles. Ahora lo que toca a los ciudadanos es emprender cambios a través de un nuevo contrato social con el Mar Menor. Estos cambios no serán fáciles. Requerirán del liderazgo, la audacia e ilustración ecológica en la política de prodigiosas mentes para superar a los poderosos intereses creados. Pero, afortunadamente, los avances tecnológicos, las políticas e instituciones necesarias para controlar la contaminación ya están disponibles. 

La mayoría sociológica de la CARM es conservadora, pero por el miedo al cambio. La crisis ecológica ha puesto sobre la mesa la falta de liderazgo, determinación, cultura y eficacia en nuestra clase política regional hasta ahora. Hemos tenido muy mala suerte con nuestros políticos para acumular a tan solo treinta kilómetros los dos puntos más negros de contaminación en el mediterráneo, Portmán y SoSMarMenor. La creciente conciencia social del #SosMarMenor es un motor principal hacia el cambio. La clave ya no va a estar en lo que diga o haga un desgastado Gobierno regional que con sus actos en verdad está pidiendo a gritos irse a la oposición, sino en la interpretación del PSOE y el resto de fuerzas políticas. La ecología política dará y quitará mayorías en breve. El cambio siempre es bueno, no lo olvides.

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