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Fiesta cristiana, fiesta profana

Fiesta cristiana, fiesta profana

El Itinerante ha escrito mucho acerca del calendario festivo, qué le vamos a hacer. Es sabido que el tiempo estival, ‘el estío festivo’ que diría don Julio Caro Baroja, es el momento en que se hace el mayor número de fiestas y de rituales de homenaje a santos protectores. Curiosamente dos de estos, San Roque y San Ginés, que son los más populares, no eran españoles ni mártires de los primeros tiempos de la cristiandad. Eran de origen francés. Al primero se le dedican muchas fiestas en estos días. Hay por lo menos una docena de ermitas e iglesias advocadas a él. Y lector se preguntará: ¿Por qué se hace esto en verano?

A lo largo de la historia ha habido muchos episodios de lo que hoy entendemos como pandemias y antes se les llamaba plagas o epidemias. Los tiempos de la ‘reconquista’ fueron propicios para cristianizar muchos ritos que tenían los pueblos para buscar protección o defensa ante la langosta, la sequía y fenómenos similares. Las crónicas más negras de todas las civilizaciones cuentan como la peste bubónica llegó a diezmar la población mundial en diferentes momentos. Para ello era necesario buscar personajes que pudiesen sustituir esos ritos considerados como paganos. San Roque fue uno de los elegidos. Vivía en el sur de Francia y, al parecer tenía el don de curar a los apestados. Su culto se multiplicó por toda la cristiandad, incluidos los territorios recién ocupados de las Américas.  

 Presidiendo la huerta de Murcia en un cerro de Algezares, se encuentra en estado de abandono esta preciosa ermita advocada a San Roque. Alguien debería hacer algo por recuperarla, aunque fuera para hacer un centro cultural. 

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