Futbolísticamente, prefiero que gane Italia. Como español, claro que prefiero que gane España. La vida moderna tiene eso, va introduciendo la contradicción como parte del alma nuestra. No me gusta el futbol socialista de Luis Enrique. Repartir el balón hasta la náusea, velocidad, poca, y prohibido intentar el uno contra uno. Paciencia y esperar el hueco, para que algún falso nueve haga el tanto. No dar el pase de riesgo hasta tener el 90% de seguridad de éxito.

Pues no; sucede que me gusta el futbol veloz, de primer pase, de arriesgar el balón con tan sólo tener un 51% de seguridad en la feliz conclusión de la jugada. Y ya me entienden. Eso, y llevar a los mejores, sin miedo a que formen liderazgo en el vestuario. Es lo natural. Lo antinatural es que la madre presencie la noche de bodas de la hija. Lo antinatural es que el entrenador sea el líder del vestuario. No me vale alardear de haber dado dos oportunidades a Morata y triunfar, mientras a Yago Aspas no se le ha dado ninguna. Me cuesta creer que el gol de Suiza hubiera tenido efecto con Ramos y Nacho, sabiendo quien tiene que abstenerse de ir para no estorbar, y quien va al cruce. En el gol de Lewandowski también me cuesta creer que el polaco hubiera podido con Ramos. No, no me sirve Croacia como demostración de nada. Es una selección avejentada. La nueva generación no ha podido alcanzar el nivel de la saliente. Natural. Se desfondaron en la prórroga, y eso lo explica todo.

Claro que son subjetivas estas razones, como subjetivas son las que de quienes se opongan. La vuelta de L.E., desplazando a Robert Moreno me pareció escandalosa. Y un tipo que llora porque un italiano le da un codazo y le hace sangre, demuestra la feble condición anímica del tipo en cuestión. L.E. tiene miedo a Ramos, y a los demás veteranos a los que ha despachado de un plumazo. Hay que llevar a la selección a los mejores, porque se lo han merecido. Cuando descarta a Ramos, queda casi un mes para el primer partido. Esa oportunidad que dio a Morata, se la podía haber dado al central madridista. Pero no. Quiere ser líder de la selección, usurpando un puesto que es propio de la soberanía del vestuario.

Por tanto, pase lo que pase, me llevaré una alegría y un disgusto. ¿Qué le vamos a hacer?