La llegada del progreso a España está haciendo desaparecer muchas de nuestras señales de identidad. Cada vez que viajo, me percato de que las modernas autopistas están acabando con los puticlubs de carretera, esos locales que tanto ‘colorido’ le daba a los caminos por las noches, con sus llamativas lucecitas y sus evocadores nombres en neón. A los extranjeros que visitaban nuestro país en los 60 les llamaba la atención el contraste de un régimen tan severo con la moral de su pueblo y, a la vez, tan permisivo con estos antros que se extendían por las cunetas de las carreteras de nuestro país.