Opinión | Al vuelo

Lucía Perán Alcázar

Sin costuras

Me han contado que os vais a casar y quiero desde hoy, sin dejar ni un segundo de espera, desearos la mejor de las vidas juntos. También quiero aprovechar para daros las gracias por incluirme en ese número de personas tan importantes para vosotros como para invitarme a vuestra fiesta. Gustosamente iré, o mejor dicho iría, pero agosto no es un mes que me venga nunca bien para nada. Ni me viene bien para que sea verano, ni para hacer puente, no es mi mes de comer cerezas, ni tampoco de subir cumbres o surcar mares. Agosto, es agosto y por agosto mi cuerpo se transforma en un muelle que si lo estiras, vuelve a su estado original, pero si lo fuerzas se parte en dos. En agosto no hay tacones, ni vestidos que vuelan con el contoneo de la cadera; agosto es el mes del moño para bajar a la arena, pero no del moño para ser pista de aterrizaje de un tocado y solo agosto sabe que no se puede con su alma. Así que felicidades, pero ante la duda, respuestas, y la mía es que tras agosto llega septiembre y, tras éste, once meses más en que las costuras no se tatúan formando arrugas en la piel. Respiro.