Incluso el propio Unamuno que era un intelectual, buen escritor y casi filósofo, dijo aquella boutade de «que inventen ellos», así que no nos extrañemos de nuestra secular carencia de apoyo a la ciencia y a los científicos. En España hemos sido más de descubridores de nuevas tierras para conquistar que de nuevos inventos para hacernos la vida mejor, tal vez porque lo nuestro siempre ha sido el complicarnos la vida y, sobre todo, complicársela al vecino.

Aún así hemos inventado la fregona, el chupachups, el talgo, la jeringuilla, la navaja, la grapadora, el futbolín, el teleférico, el traje de astronauta, el puntero láser, algunas antiguas armas militares, como el arcabuz, que vinieron bien a nuestro Imperio y, por encima de todos estos, los inventos de un murciano y un cartagenero: el autogiro de Juan de la Cierva y el submarino torpedero de Isaac Peral.

Pero, en general, en España se ha invertido más en fiesta que en cultura y en procesiones que en ciencia. Nuestros conciudadanos pueden aceptar, sin demasiado esfuerzo, unos recortes en educación o en investigación, pero todos sabemos que montarían la de Dios es Cristo si se recortase en la Semana Santa. Yo entiendo la buena voluntad de quienes apuestan todo a que Dios nos resuelva las cosas y hasta cure a nuestros seres queridos cuando todo parece imposible, pero seguro que el supremo hacedor se alegraría mucho más si pusiéramos de nuestra parte y potenciáramos algo tan profundamente humano como divino, que es el pensamiento, la razón y las leyes de la naturaleza y la ciencia.

EXPOSICIÓN SOBRE PERAL. Lo peor de España no es que permitamos que los científicos hayan tenido que emigrar para investigar en otros países; lo grave es que cuando surge un genio se le ningunea, como le ocurrió al marino Isaac Peral, un adelantado a su tiempo, que inventó un submarino que era un arma novedosa que podría haber cambiado para siempre la historia, venciendo a la flota estadounidense que aniquiló la armada española en Cuba. De ello está convencido Luis Pérez Adán, cronista oficial de Cartagena y técnico del archivo municipal, que ayer me ha maravillado con la exposición que, junto a Diego Quevedo Carmona y el Jefe del Archivo, Antonio Pedreño Vidal, han organizado con motivo de los 170 años del nacimiento de Isaac Peral y Caballero quien, junto a Carmen Conde, es sin duda el cartagenero más ilustre que ha dado esta casi trimilenaria ciudad.

Siempre hay que venir a Cartagena, que cada día está más hermosa asomándose al Mediterráneo, pero no os podéis perder esta espectacular exposición que, como diría mi amigo Tomás Martínez Pagán, está realizada «a coste sero». Tenía muchas ganas de verla, sé de la profesionalidad de Pérez Adán organizando anteriores exposiciones, pero me ha sorprendido la cantidad, variedad y valía de la colección aportada por el coleccionista Diego Quevedo, las maquetas impresionantes de Juan Ignacio Chacón Bulnes, tanto del submarino como de su maquinaria, y los valiosos documentos, manuscritos, fotografías y publicaciones de la colección municipal.

Mientras sonaba la Banda de Música Infantería de Marina, interpretando algunas de las más de 90 partituras escritas en honor a Isaac Peral, Pérez Adán, imbuido de sabiduría y pasión por el inventor, me fue enseñando y explicando cada detalle de la exposición, sus cartas manuscritas, su correspondencia con el ayuntamiento de Cartagena, todo lo relativo a la botadura del submarino en Cádiz, las propuestas, infructuosas para hacerle un gran monumento en Cartagena, los libros y revistas escritos en su honor en todo el mundo, el sinfín de los abanicos, sellos, objetos decorativos o postales con la imagen de Peral y su submarino, la carta de su viuda solicitando apoyo y ayuda económica, el proceso para recuperar el submarino y traerlo a Cartagena, frenando la intención de desguazarlo, el intento de llevárselo a Madrid que fue frenado por el alcalde Torres, etc. Imposible contar aquí ni la punta del iceberg de una exposición a la que volveré y volveré, sin duda.

Un invento desdeñado

Si algo hemos de aprender de la historia de Isaac Peral es que nunca saldremos del retraso y que perderemos todas las batallas si no apostamos por la ciencia y la investigación, y si desdeñamos lo nuestro por aquello de que nadie es profeta en su tierra. El submarino Peral estaba concebido para devolver el poderío de España en los mares con un arma novedosa, silenciosa, eléctrica e invisible. Isaac Peral, además, desarrolló novedosas baterías eléctricas y creó varias empresas del ramo, inventó un ascensor, hizo un tratado sobre huracanes, cartografió las Filipinas, pero, sobre todo, fue un verdadero patriota, no de los que se envuelven en banderas para ocultar sus intereses, sino de los que empeñó su vida para servir a su país, renunciando, incluso, a quienes quisieron comprarle su invento desde el extranjero.

Sin embargo, por intereses extraños, por las típicas envidias de nuestro país, por corruptelas de políticos comprados por intereses extranjeros, no interesaba que España tuviese este arma submarina y el invento de Peral fue aparcado injusta e incomprensiblemente a los dos años de su botadura. El cartagenero se dejó la vida reclamando y defendiendo su empeño, seguramente ello le agravó su enfermedad y murió joven, a los 43 años. Tampoco en la muerte tuvo suerte: en Berlín, un prestigioso doctor le extirpó con éxito un cáncer en la piel, pero cogió una infección que no superó.

PERAL S-15. Me cuenta Luis Pérez Adán que Isaac Peral es nuestro Edison español, pero con la diferencia de que el americano tuvo más vista comercial y más apoyo en su país, mientras el español sufrió esa mano negra que impide sacar los pies del plato a todo el que destaca por aquí. A los treinta años de su invento, España compró los primeros submarinos a los Estados Unidos, que tras el susto de temer que España los hubiese fabricado para emplearlos en Cuba, se pusieron rápidamente a desarrollarlos. Sobran las palabras. Otra historia más de esta España, «a veces madre y siempre madrastra».

En este año de Peral en el que se ha botado el moderno Submarino S 81 ‘Isaac Peral’ se acaba de inaugurar en el Museo Naval de Cartagena, junto al original de Peral, una exposición que tampoco os podéis perder. Bajo el comisariado de la que fuera responsable de arqueología de Cartagena y directora general de Cultura, María Comas Gabarrón, y del escultor y buzo de la Armada Fernando Sáenz de Elorrieta, 17 reconocidos artistas cartageneros han intervenido pictóricamente quince reproducciones de cuatro metros del submarino: Antonio Gómez Ribelles, Belén Orta, Kraser, Piedad Martínez Torres, Salvador Torres, Ángel Maciá, Gaby Guillén, Geles Artés, Alfonso García, Jesús Inglés, Jesús Lorente, Paca Calvo, Pérez Casanova, Rosana Sitcha, Virginia Bernal, el propio Elorrieta y un servidor, Javier Lorente. La muestra se denomina PERAL S-15, en referencia a las quince obras llenas de ingenio, colorido, referencias marineras y cartageneras, guiños históricos y reivindicaciones sobre la naturaleza, los mares y nuestro mar Menor. La exposición coincide con estos días intensos del Mucho Más Mayo, otra cita obligada en Cartagena, con las calles llenas de arte, este año en torno al medio ambiente.

Lo de Isaac Peral tampoco es una historia pasada. Luis Pérez Adán asegura que si el inventor viviera hoy y propusiera una novedosa nave para llegar a lo más lejano del universo, con un revolucionario sistema para navegar a velocidad de curvatura, le pasaría exactamente lo mismo que en 1888: nuestro país aparcaría el proyecto, a falta de recursos y a la espera de «que inventen ellos», tal vez porque habría que subvencionar los toros o algún chiringuito.