La Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas ha puesto en marcha la campaña #NoMoreMatildas destinada a recuperar la figura de mujeres científicas cuyos nombres son ignorados en los libros de ciencias y cuyos logros se han atribuido, generalmente, a sus compañeros de investigación. Con esta iniciativa la AMIT quiere recuperar la figura de estas científicas y dotar a la niñas y jóvenes de referentes, de manera que no vean a la ciencia como una disciplina principalmente masculina.La campaña, además del video divulgativo, consta de un cuadernillo en el que se recoge la figura y los logros de dieciocho científicas de todos los tiempos, y tres libros de cuentos ilustrados que imaginan cómo habría sido la vida de tres grandes científicos en el caso de que hubieran nacido mujer.

Mileva Maric fue la primera mujer de Albert Einstein. Nació en Serbia, en el seno de una familia acomodada, y desde muy pequeña destacó en diversas disciplinas como la pintura, la música, la física y las matemáticas. Cuando terminó su formación elemental, en un colegio para niñas, su padre tuvo que solicitar un permiso especial para que Milena pudiera continuar estudiando, ya que a las chicas no se les permitía asistir a las clases de más nivel educativo, que estaban reservadas para el sexo masculino. Más adelante obtuvo un permiso especial para asistir a clases de física en el Colegio Real de Zagreb, que eran exclusivamente para hombres. Comenzó sus estudios de medicina en la Universidad de Zúrich, pero su verdadera vocación eran la física y las matemáticas, por lo que abandonó esta carrera para entrar en la Escuela Politécnica de Zúrich donde las mujeres eran casi una rareza. Es entonces cuando conoce a Albert Einstein.

Mileva se entera de que está embarazada mientras preparaba su examen de licenciatura. Ella y Einstein no estaban casados, lo que en aquella época estaba socialmente muy mal considerado y complicaba enormemente su situación. Por esa razón decide abandonar sus estudios a pesar de que solo necesitaba superar un examen para obtener su licenciatura. En 1903 se casa con Einstein y se traslada a Berna donde él había encontrado trabajo. En 1905 Einstein publicó varios artículos que comenzaron a cambiar el curso de la ciencia, mientras Mileva criaba a sus hijos y había pasado de ser una científica brillante, con un gran potencial, a convertirse en una madre abnegada (su tercer hijo, Eduard, nació enfermo y requirió cuidados especiales).

A pesar de que Einstein había iniciado una relación con la que se convertiría en su segunda esposa, Elsa Löwenthal, el matrimonio siguió junto unos años más en los que Mileva tuvo que cumplir unas durísimas normas de convivencia que Einstein puso por escrito. Entre estas condiciones estaban las de asegurarse de que su ropa estuviera limpia, dejar de hablarle si él así lo requería, salir de su estudio inmediatamente y sin protestar si él se lo pedía, o comprometerse a no hacerle de menos delante de sus hijos. Separados desde 1914, la pareja se divorcia en 1919.

Cuando en los años 80 se publicó la correspondencia entre Einstein y Mileva, surgieron voces que se plantearon hasta qué punto jugó ella un papel fundamental en los trabajos que condujeron al enunciado de la teoría de la relatividad. Según recoge la investigadora y doctora en Ciencias Químicas, Esther Rubio Herráez en su libro Mileva-Einstein Maric ¿por qué en la sombra?, el físico Evan Harris asegura que la Teoría Especial de la Relatividad formulada en 1905 y predecesora de la Teoría General elaborada en 1916, se basa en «la tesis que Mileva escribió y presentó a la supervisión del profesor Weber, cuando estudiaba en la Escuela Politécnica de Zúrich». Además, Einstein no era bueno en matemáticas, disciplina en la que Mileva destacaba, por lo que pudo ser ella la que tradujera a fórmulas muchas de las intuiciones físicas que desarrolla esta teoría. Todo esto se apoya, además, en que Mileva estuvo un semestre en la Universidad de Heidelberg donde estudió el efecto fotoeléctrico. Hay que señalar que Albert Einstein no recibió el premio por la Teoría General de la Relatividad, sino por la interpretación que hizo del efecto fotoeléctrico.

En 1921 Einstein recibe el Premio Nobel, del que entrega parte de la cuantía a Mileva, tal y como habían estipulado en el divorcio, aunque hay quien piensa que, en cierto modo, fue una manera de reconocer su contribución al desarrollo de sus investigaciones. Ella invertirá el dinero en tratamientos psiquiátricos para su hijo Eduard,al que le diagnostican una enfermedad mental. Unos años después una crisis nerviosa desencadenada por los continuos brotes psicóticos de su hijo la llevan al hospital donde muere sola en 1948.

No hay documentos ni artículos científicos firmados por ella que demuestren que Mileva tuvo parte activa, con sus investigaciones, en la formulación de la Teoría de la Relatividad. Y probablemente si los hubo, no se conservaron, como ha ocurrido otras veces con el trabajo de muchas mujeres. Es por esto por lo que muchos niegan esta hipótesis. (Ver el artículo del profesor de Historia de la Ciencia de la Universidad de Texas, Alberto A.Martínez,http://www.esterson.org/Handling_evidence_in_history.htm )

En cualquier caso, Mileva Maric fue probablemente una de esas Matildas, una mujer a la que el patriarcado anuló por completo. Una mujer brillante que hubiera hecho historia en el campo de la ciencia y que podría haberse convertido en un ejemplo para todas aquellas niñas y jóvenes para las que la ciencia y la tecnología son disciplinas a las que dedicarse. Por eso es importante que su historia y las de otras como ella sea conocida. Ya va siendo hora de hacerles justicia.