Extasiados con la bronca y el ruido. Así nos dejan algunos diputados cuando llegan llegan al Congreso tarareando la canción de Daddy Yankee La Gasolina a tenor de lo que les entusiasma lanzarse todo tipo de graves acusaciones y menosprecios envilecedores. Dejarnos ensimismados, divertidos y provocados con el espectáculo.

Es ese 'pan y circo' del poeta satírico Juvenal hace veintidós siglos en Roma que encerraba la crítica hacia sus conciudadanos por la falta de interés para implicarse en la política del Imperio, a la que tenían derecho por nacimiento, a cambio del entretenimiento en los fastos y el correspondiente seguro de suministro gratuito de trigo.

Algo similar ahora parece que nos ocurre a los españoles con derecho a voto por la huida de la res pública que venimos practicando desde comienzos de esta centuria.

Por nuestra propia indolencia hemos abierto el paraíso de las oportunidades a personajes de una mínima talla intelectual y moral, impensable para otros tiempos de democracia, a los que hemos entregado la representación del pueblo y los designios de nuestras vidas.

Una situación que nos debería provocar un auténtico estado de alarma, por no decir de pánico, para ponernos en guardia y exigir a los partidos colocar al frente a los más capaces y no a los más vocingleros.

Desvarío en estas líneas porque lo que realmente venía a decir es que, a partir del próximo lunes, una vez que nos hayamos encontrado en la tercera fase de desescalada bajo la tutela directa autonómica, ¿qué quedará del Estado de Alarma?

Resulta, por un lado, que los territorios van a tener el poder de administrar las escasas medidas de confinamiento, migajas y retales en las que ha quedado esa etapa vaciada en buena parte por el adelanto de las normas más importantes sobre lo que era el calendario original.

Prácticamente podrán autorizar el aumento de aforos en bares a los que engarfiarse a sus barras, pasear con más amplitud por centros comerciales y acudir en mayor número a cines, teatros, bodas o funerales. Suprimir unas franjas horarias que nadie respeta hace tiempo.

Por otro, el Gobierno central se reservaba la enjundia de la antesala a la nueva normalidad como era el seguir impidiendo el desplazamiento entre provincias y autonomías hasta el fin de la excepción. Pero resulta, ministro Ábalos dixit, que puede que a partir del lunes se viaje por aquellos territorios en la misma situación sanitaria.

Insisto: ¿qué queda del Estado de Alarma?