ue sí, que no; que no, que sí. Al final, afirmativo: los animales también se contagian de coronavirus y si no que se lo digan a Nadia, una tigresa malaya, y a los cuatro tigres siberianos y tres leones africanos del Zoo del Bronx en Nueva York, que andan con tos seca y otros síntomas después de que les pegara el virus uno de sus cuidadores, que había dado positivo. También en Nueva York hay dos gatos domésticos contagiados, otro en Bélgica y dos perros en Hong-Kong. La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) asegura que no existe indicio alguno de que al menos las mascotas puedan transmitir la Covid-19, por consiguiente «no hay justificación para tomar medidas relacionadas con los animales de compañía que puedan afectar a su bienestar». Entendido.

La libertad «es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos, con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre», le dijo Don Quijote a Sancho, pero si ahora toca quedarse en casa, no hay tu tía. O sí, porque desde que el 14 de marzo se aprobara en España el estado de alarma se han interpuesto 680.995 propuestas de sanción y detenido a 6.061 personas por burlar el confinamiento, según reveló ayer el ministro Fernando Grande-Marlaska, quien denunció estas «actuaciones incívicas de unos pocos que ponen en riesgo la salud del conjunto de la sociedad». Ojalá seamos inteligentes y, una vez superada la pandemia, reflexionemos y seamos capaces de construir una nueva manera de estar juntos. Dice el neurólogo y psiquiatra Boris Cyrulnik que «después de una catástrofe siempre hay una revolución». Ojalá llegue pronto porque así no hay quien viva.

Con la que está cayendo y aparece un estudio del Instituto Spallanzani de Roma que asegura que las lágrimas también pueden ser una fuente de contagio del maldito virus. Sabíamos que se transmitía a través de la mucosidad y las pequeñas gotas expulsadas por la tos o los estornudos y ahora nos enteramos de que los ojos no solo son puerta de entrada del virus, también de salida.

Soy de las que creen que somos más fuertes de lo que pensamos, pero esto ya se está poniendo muy cuesta arriba. Menos mal que tengo a mi familia, mis amigos, el deporte, este diario. La música. Y los libros; ya lo dijo Albert Camus: la literatura es un arte de vivir para tiempos de catástrofe. Y de coronavirus.

Nadie sabe con certeza dónde nos llevará esta crisis, pero pensar que volveremos a la normalidad en junio, julio o agosto es pura fantasía.

No hay manera de que salgamos a la calle de forma segura si no tenemos test ni vacuna, y toca asumirlo. Y si encima nuestro Gobierno no tiene listo un plan de escalada, como reconoció el ministro de Sanidad a los alcaldes, no veo salida alguna.

Gracias a los que limpian las calles y recogen nuestra basura, vosotros sí sois importantes y no el presidente Trump, que se ha atrevido a sugerir que el coronavirus podría tratarse con inyecciones de desinfectante en el cuerpo e irradiaciones de luz ultravioleta. Qué estúpido.

Para terminar, una aplauso para mi padre, que hoy cumple 80 estupendos años.

Y una propuesta: que los políticos se bajen sus sueldos y suban los de los sanitarios. ¿Quién la secunda?

Os quiero. Cuidaos.