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Los médicos en estos días

Lloramos con la rabia contenida y la impotencia de saber que con más equipos de protección se podría evitar que nuestros compañeros caigan en acto de servicio

En estos días, en los que el cielo es más azul que nunca, en los que cada sentimiento y emoción nos conmueve, en los que vemos el miedo en los ojos de cada paciente a los que quisiéramos abrazar para poder insuflarles esa confianza que tanto necesitan.

En estos días teñidos de gris, en los que a los sanitarios nos llaman héroes por hacer nuestro trabajo, el que más nos gusta, el de pelear por cada vida que está en nuestras manos.

En estos días, en los que cada hospital se ha transformado en un escenario en el que librar una feroz batalla por arrebatar cada vida de las garras enemigas del COVID19 porque todas las vidas importan y todas las personas tienen derecho a que se pelee por ellas.

En estos días, en los que los profesionales estudiamos con avidez cada protocolo, que se prueba cada fármaco en ensayos clínicos y en los que nos tenemos que valer del ingenio para intentar paliar la escasez de medios de protección.

En estos días, en los que los incansables compañeros del 061 no han parado de acudir a los domicilios para la recogida de muestras y para el traslado de pacientes, en los que recorren hasta las calles más tortuosas y llegan hasta el último rincón de la Región de Murcia en una labor que nunca será lo suficientemente valorada.

En estos días en los que los Servicios de Urgencias de Atención Primaria, los SUAP, atienden casi sin protección a los pacientes que llegan asustados, con el miedo visible en los ojos, a los que llaman por teléfono con el deseo de saber y de no querer saber. Esos SUAP que siguen ahí, contra viento y marea y con el fantasma del contagio presente en cada asistencia, sabiendo que mañana cualquiera de ellos puede resultar infectado.

En estos días en los que los compañeros de las Urgencias hospitalarias demuestran su inventiva en su atuendo para tener una mínima protección, otras veces donadas por una sociedad que, ahora más que nunca, se ha volcado con la Sanidad. En estos días en los que estos mismos compañeros se preguntan por qué nunca se reconoció su especialidad cuando son multidisciplinares y atienden a personas donde y cuando pueden con la mayor de las entregas, pero también con la rabia y la impotencia de la escasez de los medios.

En estos días en los que los anestesistas y los intensivistas están unidos en un abrazo fraternal cuidando de los críticos y buscando respiradores hasta debajo de las piedras porque, que quede claro: los médicos no quieren tener que elegir y harán todo lo posible para que eso no ocurra.

En estos días en los que los compañeros internistas intervienen en una pandemia como han hecho en todas las anteriores y, también ellos con escasez de material y de medios, se enfrentan a estudiar cada caso y los protocolos que tienen que aplicar.

En estos días en los que cada médico de hospital está dando un paso al frente para ponerse al día en la lucha contra el COVID-19 o para seguir a sus pacientes de patologías crónicas o agudas y las cirugías urgentes, pacientes a los que no podemos olvidar, buscando lo mejor para ellos.

En estos días en los que lloramos con la rabia contenida y la impotencia de saber que con más equipos de protección se podría evitar que nuestros compañeros caigan en acto de servicio.

En estos mismos días, frenéticos y duros, es hora de que se tenga en cuenta a los profesionales en la toma de decisiones. Porque en el frente de batalla se evalúa mejor la situación y se elabora la estrategia adecuada. Mucho mejor que desde la lejanía de los despachos.

En estos mismos días es básico que se dote de una vez a los hospitales, a los SUAP y al 061 de los equipos de protección y del material sanitario esencial para que todos podamos combatir al coronavirus. Es fundamental que nos proporcionen los test, demandados una y otra vez por las organizaciones profesionales y el conjunto de sanitarios, y que los profesionales sean testados sin dificultades ni carencias. Es prioritario que la vocación y el compromiso de los profesionales sean correspondidos con los recursos necesarios para dar cobertura a las necesidades asistenciales de la población.

Los profesionales sanitarios hacemos nuestro trabajo. No somos héroes. Somos padres y madres, personas con familia, dispuestos a darlo todo en esta guerra contra el COVID-19. Muchos de nosotros con contactos precarios o en pésimas condiciones laborales. No olvidemos que parte de esta situación es producto de los recortes que ha sufrido la Sanidad a lo largo de muchos años y que ahora están pasando factura en algo tan prioritario como es la salud de la población.

Esperamos que esta crisis sirva para reconocer que el trabajo que hacemos es necesario e imprescindible y que tenemos que contar con el apoyo de las instituciones. El cariño de los ciudadanos ya lo hemos sentido y os damos las gracias por ello.

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