Semana importante e inquietante. Me gustaría ser poeta para plasmar estas sensaciones en verso. Pero ni herniándome la mente, conseguiría ir más allá que un mediocre cuarteto, para mofa de eruditos. Me dispongo, pues, a contar en prosa mis sensaciones desde mi ventana.

El trabajo en casa, gracias a una 'Surface' con acceso a Internet incluido, que el ministerio de Justicia nos ha prestado a los jueces (no todo van a ser críticas al mismo) me trajo buenos y malos recuerdos. Me retrotraigo a esa dura etapa de opositor donde las horas pasaban tan lentas, que solamente en los breves descansos me permitían levantar los cansados ojos del Código Civil, del Penal, de Castán Tobeñas, de Puig Peña? Esos momentos eran auténticos regalos de ocio. Miraba por la ventana, con envidia, creo que ni siquiera sana, a los vecinos que se asomaban felices a sus balcones o a los transeúntes que caminaban por las aceras. Los imaginaba bebiendo y comiendo en la Plaza de las Flores, mientras yo, a escasos metros de la misma, me encerraba voluntariamente apartándome, cual cartujo, del mundanal ruido.

Ahora el aislamiento ya no es tan voluntario; es impuesto en aras a la solidaridad. Como dicen los italianos, si a nuestros abuelos les pidieron ir a la guerra, que a nosotros nos confinen en casa no es tan grave. Pero baste con perder lo que teníamos para apreciarlo más. Desde mi ventana veo pasar menos coches que un domingo de agosto. Solo los autobuses rompen con sus demasiados sonoros motores el silencio de la calle. Algún que otro ciudadano, triste, lento, cabizbajo. apesadumbrado, preocupado, camina a su trabajo, farmacia, a comprar víveres o pasear por novena vez a su perro/a, como diría Sánchez.

Yo sigo tecleando los considerandos de distintas sentencias para poder dar el do de pecho cuando podamos volver al trabajo presencial. Entretanto, pasan dos acontecimientos importantes en este día/noche. El primero, que solamente siete horas después de lo previsto, el presidente del Gobierno acude a su cita anunciada en televisión a contarnos el Real Decreto de Alarma.

Si quería que existiese alarma lo ha conseguido. Encima, corre el rumor de que el atraso en la comparecencia es porque Podemos quiere mas protagonismo. Si estamos en solidaridad, me extraña esa postura, salvo que sea catalana o vasca, cuyos dirigentes son vergonzosamente insolidarios una vez más. Por fin sale y se le ve no muy lozano, lo que me tranquiliza mucho más. Después entendí que tenía a su lado a Pablo Iglesias, sin mascarilla cuando su mujer tiene el virus. Y más tarde, de madrugada me comunica la radio que la propia mujer de Sánchez ha dado también positivo. No me extraña, pues, su descomposición. Por supuesto, ni una referencia a la Justicia, ni a lo que debe o no debe hacer. Igual que siempre, no existimos. La otra cosa importante, es que a las ocho de la noche, como en los partidos de fútbol cuando llega el minuto que correspondía a la camiseta del ídolo fallecido prematuramente, aplaudimos, ahora asomados a la ventana. El aplauso va destinado sobre todo a los sanitarios que se están jugando su infección. También se oye algún que otro grito de ¡viva España!, con un fondo de himno nacional, que te pone los pelos de punta. Cinco minutos de aplausos y otra vez al encierro. Salen cuatro ministros. Cuando habla Ábalos me voy a la cocina; esperaré a la segunda o tercera versión. Menos mal que al fin llega una buena noticia: un hijo pone en su sitio a su padre, Juan Carlos, mientras el Parlamento se niega a investigar a éste. ¡País!

Solo salgo para llevar al trabajo lo realizado y volver a coger más asuntos para resolverlos en casa. Poder caminar oliendo el azahar de los naranjos me reconforta y me recuerda lo feliz que soy viviendo en esta Región.

De los chistes sobre que por el limón no llega el virus aquí, hemos pasado a que llegó, se instaló y nos recluyó. Pero como sucedió con la oposición que me encerró, estoy seguro que ahora también ganaremos al virus.

Entretanto, releeré a Alberti, a ver si aprendo:

Desde mi ventana no puedo yo verlo

Desde mi ventana el mar no se ve.