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En la silla de pensar

Clara Alarcón Ruiz

Tornillos sin fin

En ingeniería mecánica se denomina 'tornillo sin fin' a un dispositivo que transmite el movimiento entre ejes que son perpendiculares entre sí, mediante un sistema de dos piezas: el 'tornillo' (con dentado helicoidal), y un engranaje circular denominado 'corona'.

En mi vida personal, en la laboral y en la social hay muchas cosas que me recuerdan a este mecanismo. Escuchamos hablar de los mismos problemas y nos proponen las mismas soluciones y volvemos al punto de partida, si es que hay punto de partida. Eso de 'sin fin' también conlleva un 'sin principio'.

Quizá si analizáramos dónde se encuentra el principio de los problemas que una y otra vez nos siguen preocupando podríamos romper ese tornillo y convertirlo en uno de roscachapa con un remache que hiciese mantener fija la estructura social que consideremos más justa. Esto del bricolaje me está afectando...

En fin, siempre he intentado dar un toque de humor a las situaciones de acoso que he sufrido a lo largo de mi vida como niña, como adolescente y ya como mujer adulta. Siempre he sido demasiado valiente para enfrentarme a algunas acciones contra mi persona, o eso me dicen en mi entorno. Por suerte, he sabido convertir en ridículas las acciones de los hombres que creían amedrentarme y quizá eso me ha salvado de muchas cosas. Eso sí, contar una y mil veces a todo el mundo las cosas que nos pasan con respecto a nuestra integridad física y moral, debe ser un ejercicio de terapia que recomiendo.

La mujeres no podemos bajar la guardia. Somos listas, somos valientes y estamos siempre atentas a las intenciones de los que nos quieren hacer daño. Vemos las cosas venir, y es al quitarle importancia, al pensar que la gente está bien del coco, cuando nos equivocamos.

Como somos mujeres listas, esas acciones no nos invalidan para amar a los que nos tratan bien, no nos invalidan para ser buenas compañeras de trabajo, buenas amigas, buenas amantes, buenas madres, etc. Y, por tanto, vivir en compañía de varones que entienden el respeto mutuo como la única forma de relacionarse y de crear algo bueno. La educación en valores es cada día más necesaria. Necesitamos recuperar el concepto de amistad, como la forma en la que las personas se entienden y se respetan.

Qué bonito sería hablar y que nos entendiésemos, conversar de forma productiva y no tener la sensación de estar escuchando monólogos encadenados y sucesivos que llevan a ninguna parte.

Creo que la incapacidad de muchas personas para comunicarse en este mundo de la hipercomuinciación, que nos está llevando a situaciones de violencia de épocas pasadas. No me refiero a la Edad Media, a la que siempre hacen referencia en los medios en cuanto ocurren desgracias provocadas por la sin razón humana. Me refiero a tiempos remotos, a los tiempos de las cavernas, en las que el ser humano no habría desarrollado valores que sólo se adquieren como creaciones culturales.

No quiero decir tampoco que la cultura nos vaya a liberar de la barbarie, porque en nombre de la cultura y de determinados valores se han perpetrado también insensateces, pero sí me reconforta pensar que inculcar valores individuales permite a las personas tener herramientas para controlar instintos y sentimientos que pueden dañar a otros.

La educación es la que debe aportar a la sociedad esas herramientas y por tanto los docentes, en el nivel educativo que trabajen, son fundamentales para crear sociedades mejores. Dignificar y valorar la figura de quien enseña a nuestros hijos e hijas, es tarea de todos. Educar a nuestros hijos e hijas es la tarea principal de los progenitores que a su vez también han sido educandos, para luego convertirse en educadores.

La responsabilidad de lo que nuestros hijos e hijas hagan es resultado de nuestra tarea como padres y cuando se convierten en personas adultas no podemos desentendernos de sus acciones. No es un juego tener hijos para que luego los maten. No es un juego dejar a nuestros hijos al albur de lo que vean en Youtube o en Instagram sino que lo que logremos comunicarles y que les llegue al fondo de su cerebro será lo que vaya creando poso, creando conciencia, creando seres sociales y no que el hombre sea, como decía Hobbes, un lobo para el hombre.

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