La revolución de internet, unida a la globalización de la producción de bienes y a la automatización de los procesos de fabricación está teniendo un enorme efecto sobre multitud de profesiones y provocando la desaparición de millones de empleos. A estas alturas de la cuarta revolución industrial, está claro que los trabajos del futuro no serán los mismos que los del presente. Habrá muchos más empleos que ahora (estoy totalmente convencido), pero serán con toda seguridad otros empleos.

En este contexto resulta especialmente sorprendente que una de las profesiones que parecía condenada a desaparecer desde el inicio de la era online, según muchos supuestos expertos y opinadores, la de agente inmobiliario, haya sobrevivido incólume e incluso se encuentre en plena expansión. La predicción tenía mucho sentido. Al fin y al cabo, los particulares tienen más facilidad que nunca para poner en venta su vivienda o buscar una para comprar a través de los portales inmobiliarios como Idealista, Fotocasa, Pisos.com o Yaencontré. Para más inri, los agentes inmobiliarios tienen que pagar por la publicación de sus ofertas, mientras que los particulares pueden hacerlo gratis e per l'amore. Entonces, ¿por qué se ha multiplicado prácticamente por dos el número de agencias y agentes inmobiliarios en los últimos tres años en España?.

Y no solo eso. En Estados Unidos, donde se usa el acrónimo FSBO ( for sale by owner, que significa 'en venta por el propietario'), o sea, a lo que aquí nos referimos con la expresión 'en venta de particular a particular', la participación de un agente inmobiliario acompañando al comprador o al vendedor, o a ambos, en una transacción inmobiliaria, ha pasado del 81% en 2001 al 90% en la primera mitad de 2018, según un estudio promovido por Real Trends, un think tank y una publicación online al mismo tiempo especializada en el sector de la comercialización de propiedades de aquel país. Y lo más sorprendente es que en el caso de los milenials, esa participación sube al 91% y llega hasta el 93% en el caso de los miembros de la Generación X. ¿De verdad? Se suponía que la gente joven, nativos digitales y expertos en recursos online de todo tipo se bastarían ellos solitos para vender o comprar una casa. Sin embargo, en la práctica tiran más de la ayuda personal de un agente inmobiliario (al que deben de pagar una comisión del 5% del precio de venta) que la gente mayor, que se supone menos experta para promocionar una propiedad por sí mismos en los portales de internet.

¿Qué tiene el sector de la comercialización de propiedades de segunda mano que hace que la gente demande los servicios de los expertos inmobiliarios para vender o comprar su casa? Si analizas un poco el asunto, lo empiezas a ver más claro. Una persona normal compra o vende una casa no más de dos o tres veces en su vida, normalmente una. Eso significa que es algo que la gente normal no hace todos los días. Además, aunque parezca que vender una casa es algo sencillo, en realidad supone un proceso arduo y complejo, con más trampas que una película de Fu Manchú (el famoso villano chino mandarín de las películas de barrio en mi infancia). Cada casa de segunda mano (no así las de una promoción de obra nueva) es un producto singular. Igual que un promotor tiene un equipo de marketing para vender las casas de su promoción, que además están vacías y recién terminadas, el propietario se encuentra ante la necesidad de competir con otros propietarios para vender una vivienda que casi nunca está en perfecto estado de revisión, y encima está muy personalizada por sus ocupantes actuales. Así que las casas de segunda mano necesitan mejores vendedores que las de obra nueva, porque son un producto más complicado, y el propietario es un vendedor aficionado y muy inexperto, en la mayor parte de los casos.

Eso para vender. ¿Y para comprar? Es posible que no necesites alguien que te asesore para decir qué vivienda te gusta, pero sí para negociar con el propietario, o más bien con el agente que defiende exclusivamente sus intereses, que es cada vez más la forma de contratar los servicios de un agente. Es la famosa 'exclusiva', que tanto repele de entrada a los propietarios pero, una vez que estos entienden que nadie trabaja gratis, resulta más que convincente. Por eso mismo, una de las ramas de la profesión de agente inmobiliario que más crece en estos últimos años en los Estados Unidos, y se está introduciendo a toda velocidad en España, es la del 'agente del comprador', también llamado personal shopper inmobiliario.

También explica este aumento de empresas y empleo el hecho de que el sector de la vivienda está habiendo un boom de inversores que compran para alquilar, y eso porque la gente ha comprobado que las casas no se evaporan con las crisis (como sí las acciones en Bolsa y las empresas que las emiten). Las casas mantuvieron casi intacta su capacidad de generar rentas mediante alquileres, que bajaron poco, y encima vuelven a recuperar su valor de venta una vez que la crisis ha pasado. No es de extrañar que muchos ahorradores hayan llegado a la conclusión, y más con unos intereses tan bajos como los actuales, de que el mejor destino de su dinero es una vivienda. Los inversores usan los agentes inmobiliarios porque tienen más dinero que tiempo, y saben que es mejor contar con un experto a tu lado cuando te juegas tantos cuartos.

La batalla no ha terminado, y probablemente el mercado no haya dicho aún su última palabra. Últimamente, el capital riesgo que invierte en startup tecnológicas ha puesto sus ojos y su codicia, tan legítima como descontrolada, en el sector de la compraventa de propiedades, en las llamadas proptech. En España, el capital riesgo respalda a proptech como Housell o Housefy. Pero, aunque estas webs parece que ofrecen un servicio sin intermediarios para vender tu casa a precio cerrado, inmediatamente te hablan de sus agentes sobre el terreno para valorar la vivienda, ayudarte con el papeleo y tratar con los compradores interesados. Mucha tecnología para terminar ofreciéndote servicios profesionales de un agente por una comisión.

Otra demostración de la resiliencia de una profesión que ha sabido adaptarse como ninguna otra a la disrupción tecnológica. Es una gran noticia.