ace unos días, Pablo Iglesias, pedía a Torra «evitar que una pelea entre demócratas permita regresar a los reaccionarios». ¿De verdad Pablo Iglesias cree que Torra no es un reaccionario? ¿Puede pensarse que alguien que escribe los panfletos incendiarios absolutamente supremacistas y con tufillo nazi del susodicho es demócrata?

Que Pablo Iglesias tiene especiales intereses electorales en Cataluña es evidente, pero que estos intereses le hagan desvariar tanto es para hacérselo mirar, aunque sepamos que algunos políticos, cuando se ponen el traje electoral, son capaces de perder hasta el sentido común. De olvidar hasta sus orígenes, porque no hay nada más reaccionario que el nacionalismo del señor Torra. Y quiera o no el señor Iglesias, la ideología de Quim Torra, puesta de manifiesto durante muchos años en artículos de prensa y en las redes sociales, muestra un extremismo supremacista, trufado de cierta ideología nazi, que no puede ser obviado por Iglesias, pese a su rentabilidad electoral.

Pero Quim Torra es ese 'demócrata', según Iglesias, que junto a los demás independentistas con representación parlamentaria tiene el Parlament catalán paralizado porque así silencia la voz de la oposición: todo muy democrático.

Quim Torra es ese 'demócrata', según Iglesias, que pese a que oficialmente es el molt honorable president de la Generalitat de Catalunya, no gobierna, enjugascado como está en animar a los CDR, de los que toda su familia y él mismo forman parte, pero del que todo el mundo ignora su labor de gobierno, cómo está gestionando las amplísimas competencias de las que disfruta el Govern. Que ocurre con esa educación que lleva años sirviendo solamente a la ideología independentista, o esa sanidad que, ahora, es un desastre. Como lo es también esa TV3 que es la prueba más clara de sectarismo, de manipulación informativa, de negación de la verdadera libertad de expresión (por cierto, al señor Iglesias nunca le hemos oído hablar de esto).

No, no sabemos como gobierna el señor Torra (en los medios catalanes se habla de caos y de colapso en la Administración autonómica), si sabemos que viaja de vez en vez a Waterloo para recibir órdenes de alguien como Puigdemont que vive en su paraíso dorado protegido por un partido tan 'progresista' como la Nueva Alianza Flamenca (N-VA). Porque los independentistas flamencos son el principal aliado del expresidente de la Generalitat en su estancia en Bélgica. Una formación, que coquetea con la ideología nazi, y donde algunos de sus líderes no esconden su admiración por los que aplaudieron la invasión de su país por parte de la Alemania de Hitler.

Y la N-VA siente una especial admiración por los independentistas catalanes porque esta formación flamenca nunca se atrevió a llegar tan lejos en el desafío al Estado, en denigrar las leyes, en vejar la Constitución, como lo han hecho los herederos de la extinta Convergencia y los dirigentes de Esquerra Republicana. Sus admiradores flamencos no se atrevieron a tanto. Seguramente porque esa Bélgica que ahora se muestra tan comprensiva con el independentismo catalán no lo permitiría. Por eso los independentistas flamencos son el único respaldo que tienen, y aunque pretenden expulsar a, según que extranjeros, y no sé cuantas cosas más, ninguno de sus dirigentes se atrevió a escribir, sobre los belgas, las cosas que Torra ha escrito sobre los españoles. Las descalificaciones que Quim Torra ha hecho de los españoles, las barbaridades supremacistas publicadas por este señor, que no gobierna, que viaja mucho a Bélgica a costa de los presupuestos públicos, que anima a los CDR a continuar 'apretando' y que es aconsejado por Pablo Iglesias para «evitar que una pelea entre 'demócratas' permita regresar a los reaccionarios», serían impensables en otro país.

¿De verdad no sabe Iglesias que un reaccionario esta gobernando Cataluña?