Siempre pensé que la vida te permite aprender todos los días, de tus experiencias y de las de los que ya vivieron más que tú. Y si es cierto que cuando somos adolescentes nos creemos en posesión de la verdad, cuando estos síntomas duran demasiado tiempo sería necesario reflexionar sobre ello, porque envían señales preocupantes.

Pedro Sánchez tiene 46 años, ya no es un adolescente, y creo que a esa edad aún se puede continuar aprendiendo de las experiencias de los demás, por lo que debería sacar algunas enseñanzas de su fallida Escuela de Buen Gobierno Jaime Vera que celebró al PSOE en Madrid y que nació con la pretensión de ser un foro de reflexión antes de las elecciones municipales, autonómicas y europeas que deben celebrarse el próximo año. Porque aunque los organizadores se empeñen en hablarnos del éxito de la misma tengo fundadas dudas de que haya sido así, teniendo en cuenta que se ha desarrollado con muchas e importantes ausencias (al parecer Pedro Sánchez no tuvo el buen gusto de llamar personalmente a los ausentes) y otros que asistieron mostraron su tristeza y malestar por el momento que están viviendo los socialistas. Porque esta ocasión debería de haber sido un acontecimiento idóneo para mostrar la unidad de un partido que la necesita a pasos agigantados (los electores no perdonan las divisiones de las formaciones políticas a las que piensan votar) y una cierta soberbia ha podido impedir que esto sucediera: con altivez se avanza poco. Tan poco, que esa soberbia puede permitir, como ha hecho, que el partido no diese al apoyo a la exvicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, para optar a liderar el Grupo Socialista Europeo en el Europarlamento en sustitución de Gianni Pitella, con lo que permitirá a un alemán liderar dicho grupo cuando, al parecer, Valenciano tiene el respaldo de otros partidos socialdemócratas que, incluso, la han animado a que diera el paso para presentar su candidatura. Que digo yo, que es muy difícil justificar el no apoyo a una mujer, socialista y española, para liderar ese importante grupo cuando se justificó el no apoyo a De Guindos al Banco Central Europeo con eso de que preferían que fuese una mujer. Esperar que Rubalcaba asistiera a la Jaime Vera habiendo ocurrido eso no era comprensible.

Tampoco asistió Felipe González. Sí, ese político al que llaman de todos los foros del mundo para que dé conferencias sobre sus experiencias políticas. Experiencias que, al parecer, no necesitan los socialistas de hoy en su país. Y a estos nombres se unieron los del presidente de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig; el presidente de Asturias, Javier Fernández, y la presidenta de Andalucía, Susana Díaz. Tres pesos pesados del socialismo que obligan a pensar que los organizadores no han debido de estar muy finos a la hora de cursar sus invitaciones.

Y sí, asistió Javier Solana para mostrar su inquietud por el momento que está viviendo el partido y decir a los asistentes al acontecimiento entre otras cosas no menos importantes: «No estoy contento con mi partido, y vosotros tampoco estáis contentos con vuestro partido». Y entre los que no debe de estar contentos, el eurodiputado socialista Ramón Jáuregui, exministro y referente de los socialistas, vascos y españoles, que anunciaba durante un acto en Bilbao que abandona la vida política.

Alguien escribió: «Cuando discutas una primera vez con alguien, no te preocupes, es posible que la culpa no la tengas tú. Si discutes con una segunda persona, pregúntate qué has podido hacer mal. Y si discutes con una tercera persona, no hay duda, la culpa la tienes tú». Es una máxima que los actuales dirigentes socialistas deberían tener en cuenta.