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Lo nunca visto en el PP

Lo nunca visto en el PP: un militante, un voto. Sin compromisarios o delegados, sin intermediarios. A pelo. La sorpresa del año. Incluso para la colla de la propia dirección popular. López Miras anunció ayer ante la junta directiva de su partido la decisión de convocar unas primarias en formato de congreso o un congreso en formato de primarias que carece de antecedentes, no sólo en la Región, sino en España. Desconozco si los estatutos de ese partido contemplan esta posibilidad, pero está claro que el diseño cuenta con el aval de la secretaria general, Cospedal, ya que Rajoy asistirá al congreso, que se celebrará en marzo.

La primera observación, de entrada, es que el PP murciano rompe la baraja del inmovilismo tradicional en el modo de organización. El resto de partidos en competencia han avanzado en la instauración de primarias, y los populares se han ido quedando solos como estructura monolítica que instaura sus liderazgos mediante el dedazo o congresos cerrados, a la búlgara. Esto se acabó, porque es obvio que el ejemplo de López Miras cundirá, y a partir de ahora en el PP habrá que jugársela para presidirlo.

El presidente murciano ha entendido muy bien que no basta con estar, sino que además y sobre todo hay que ser. Elegido a dedo por su antecesor, Pedro Antonio Sánchez, en el urgente trance de la forzada dimisión de éste, su situación se prestaba a un cuestionamiento permanente de la legitimidad que le asiste y a que en su propio partido se le pudiera mirar como protagonista de una solución de circunstancias que ha de ser asumida por causa de necesidad antes que por convicción generalizada. López Miras ha sabido leer ese problema y ha adoptado una decisión valiente, acorde además con elementales exigencias democráticas.

Es indudable que ha llamado al congreso en el supuesto de que lo va a ganar, pero cuando se convoca al conjunto de los militantes a ejercer el voto directo y secreto, nadie puede estar seguro del todo. Que se lo pregunten a Almunia o a Susana Díez. El riesgo siempre está ahí, pero no hay liderazgo que se pretenda sólido sin tomar riesgo. Ha abierto la posibilidad de que se midan con él los que en el interior del PP lo critican por las esquinas: si López Miras es tan poca cosa, ahora tienen la ocasión de relevarlo. Desde 1995 no se ha celebrado un congreso del PP con más de un candidato a la presidencia del partido, y tal vez ya sea hora de mejorar la imagen democrática.

Después del golpe de ayer, a López Miras hay que empezar a mirarlo de otra manera. Quiere saber si el partido lo ratifica en su posición y lo lanza sin pegas a las elecciones de 2019. Con el compromiso general de la militancia, la responsabilidad de los futuros éxitos o fracasos será compartida. Cuando heredó el Gobierno introdujo cambios sustantivos sin que pareciera que lo cambiaba al completo. Sin embargo, cuando asumió la presidencia del PP, hizo muy leves retoques en la dirección, los mínimos para reponer su propia plaza y algún otro ajuste mínimo. Tal vez no se veía autorizado a hacer grandes cambios en una estructura que había sido formalmente elegida en un congreso. Pues bien, ahora convoca lo que en la práctica son unas primarias, y es obvio que el modelo de dirección de PAS no será su modelo, entre otras cosas porque las estrategias que ha de emplear López Miras son diferentes a las de aquél.

Las elecciones están ya en el horizonte, pero el presidente popular ha entendido que hay tiempo para resolver asuntos pendientes: su propia legitimidad, primero; el ajuste del equipo, después, y con esto empezar a dar señales sobre su determinación personal y despejar las brumas sobre tutelajes. Está creciendo.

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