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Cañonazos

Si malo es endeudarse, peor es no disfrutarlo. Pasea uno por Grecia y se pregunta dónde fue a parar esa montaña de dinero prestado. Infraestructuras paupérrimas y servicios deficientes sugieren gastos superfluos, oscuros trapicheos, funcionarios ociosos. En alguna de las ciudades más endeudadas de España sucede otro tanto. Pienso en Elche. Sin embargo, nadie puede preguntarse en Cartagena cómo se amasó una deuda de tan doloroso volumen. A la vista está. Aquella ciudad deshecha por la reconversión industrial y herida por la revocación del servicio militar obligatorio es ya otra ciudad. La escena de la Asamblea Regional en llamas, en virtud de la cólera que incendiaba los astilleros, aparece hoy como una fotografía en blanco y negro. Cuando aquellas chimeneas formidables que saturaban la atmósfera de un aroma dulzón y mefítico callaron para siempre, dibujaron un paisaje apocalíptico que ya es historia. Explosivos Río Tinto o la Española del Zinc han dejado paso a La Mar de Músicas, los cruceristas y el Arqua. Aquel centro de calles sinuosas y edificios destartalados se convirtió en un embaldosado plácidamente peatonal desde el que admirar el gracioso modernismo mediterráneo.

Los cartageneros agradecieron a Pilar Barreiro esa integral puesta en valor de la ciudad. Hasta que las investigaciones judiciales ocasionaron la lógica hemorragia en aquella confianza tan mayoritaria.

A José López le habría gustado ser Pilar Barreiro. Haber gobernado la ciudad durante dos largas décadas; mirarla desde la cima de Galeras y clamar orgulloso: he aquí mi fruto. Desde Galeras fue, cuenta la historia, que se lanzó el cañonazo que anunciaba la proclamación del cantón. Un cañonazo mensajero, cuya única función se agotaba en el estruendo mismo. Nuestra revuelta cantonal duró apenas medio año, pero constituye un romántico fetiche en el imaginario de los neolocalistas. Han ideado incluso la manera de alabar a su ídolo vetusto sin incurrir en excesivo atavismo transmutándolo en la imposible biprovincialidad.

El mandato de José López no dejará grandes hitos en la memoria colectiva. Dos años de incompetencia política que han congelado la ciudad gestada por Pilar, la vilipendiada. Fueron sus maneras altisonantes, no su gestión, lo que atrajo el foco de los medios nacionales. Riza el rizo de la altanería política reclamando la cartera de Urbanismo mientras es investigado por cuatro delitos en relación con la compra de un hotel. Estos dos años de alcaldía quedarán como aquel cañonazo desde Galeras: una estridencia melancólica que no conduce a ningún sitio.

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