Dicen que después de la tempestad llega la calma. Cierto es, aunque en plena tormenta es bastante difícil acordarse de este dicho... Es normal que, cuando lo estás pasando mal, tu mente se centre en lo que estás viviendo en ese momento; bastante tienes con tragar y aguantar situaciones complicadas, para ponerte a pensar que ya pasará.

No te voy a pedir que lo hagas; ni tan siquiera que reflexiones o pienses en positivo cuando notas que te estás cayendo. Eso es muy bonito de palabra; de hechos, ya es más complicado. Sin embargo, sí que debes tomar consciencia de la situación y permitirte unos segundos de paréntesis; un impasse donde se haga la luz en la más absoluta oscuridad y te deje ver un poquito más allá de lo que tienes ahora mismo entre manos.

Ese momento será un alivio para ti. Por supuesto, no va a hacerte salir con celeridad del bache que estás pasando; sin embargo, te va a ayudar a mirar las cosas de otra manera. Por muchas curvas que pases, por muchas olas que encuentres mientras navegas, por muchas acusaciones que te hagan, por muy mal que lo estés pasando, siempre llega un momento en el que todo se acaba. Todo pasa. Es más liviano, menos importante, más llevadero.

Cuando focalizas algo le das toda la importancia, ya sea para bien o para mal. En un sentido u otro te llevará al extremo de una pequeña dificultad, o al centro de un gran problema. La verdad es que cuando pasa el tiempo te das cuenta que hubiese sido mejor tomarte ese kit kat emocional, tan necesario como importante, para darte un pequeño respiro.

Indudablemente es complicado. Cuando estás parando golpes que te vienen por todos lados, quitarte los guantes ni se te pasa por la cabeza; solo quieres golpear también, y/o esquivarlos.

Usa tu experiencia y haz memoria€ ¿Qué ocurrió con tu penúltimo bache?