Si quieren conocer la ventaja que Italia nos lleva, jueguen al sencillo juego de las marcas. ¿Cuántas marcas de coche italianas es capaz de citar? ¿Y españolas? La España mediterránea (y puede que la otra también) siente devoción por Italia, un amor quizás no correspondido, aunque el amor, siempre vence. Tenía que ser Zapatero el que soltase la gansada de que habíamos superado a Italia. Como decía el gran Tip, quizás la estábamos supurando y no lo sabíamos, el caso es que ciertas semejanzas superficiales „corrupción, mafia, clericalismo„ inducen la conclusión precipitada de que somos muy parecidos. Nada de eso.

Resulta difícil imaginarse en nuestro país un referendo perdido por el Gobierno con tan democrático estruendo, esa es la verdad, aunque Matteo Renzi tenga cara de melonero tramposo y se le vea un poco ansias, al modo de Cristiano Ronaldo (que tiene sus sedantes en las Islas Vírgenes). Lo más probable es que aquí ni lo convocaran y si era para tocar la Constitución, menos aún. Nuestra derecha entiende la Constitución como una carta otorgada: ojo con cruzar la raya, no habrá más liviandades. Celebro que los italianos hayan mantenido su sistema: es increíblemente sinuoso y, por tanto el que mejor se adapta a su genio agudo y sutil.

En Italia se acostumbraron a crecer, investigar, ganar y cobrar mientras se hundía un Gobierno tras otro: en apariencia, porque volvían todos, eso sí con la cartera y el donut cambiados. De hecho, un signo de madurez española es que ya funciona algún tripartito y que también nosotros crecíamos mientras no había Gobierno y a Mariano Rajoy se le ponía cara de perro pachón. Italia, además, es una potencia políticamente creadora, incluso para lo malo: el primer fascismo. Tuvo el partido comunista más poderoso de Europa occidental y el primero en abrazar el juego democrático sin reservas, pero eso no satisfacía a Estados Unidos que saboteó cualquier alternativa a los democristianos, incluso a sangre y fuego. Como hizo en Chile y en Nicaragua. Pero dice el informe PISA que progresamos adecuadamente. Paciencia y aplicación.