A veces me da por hablar en jedi y no sé bien por qué es. Igual es el primer€ o segundo€ o quizás el tercer síntoma de la crisis de los cuarenta, a saber tú vete€ Igual que me ha dado ahora, a destiempo total, por no tomar café. Estoy en una de esas etapas sin café, sí. Hay dos tipos de personas en el mundo, las que necesitan un café nada más despertarse y las que se lo toman sólo por lo de tomar un café, que luego es un agua o lo que sea, y a veces, un café. Para mi el café es el hilo de aroma, la taza, el quedar con alguien o el hacer un descanso, la parte de quedamos a tomar un café menos importante es el café. A partir de ahí los subtipos son infinitos. Hay quien se va a El Albujón sólo a tomarse un asiático con un trozaco de tortilla, y eso es respect. Dudo que nadie del Albujón estuviera el otro día en la cola del Starbucks€

La guerra llegó a las redes. Bandos claros. Los que se ríen de Starbucks defendiendo los cafés de olla, y los que aman Starbucks y son felices porque ahora tienen la posibilidad de estirar toda esa parte del café que visionaron dos profesores y un escritor hace 45 años en Seattle. Una guerra que no era tal, acho, que en las redes todo se desvirtúa, todavía. Más que guerra lo que había era ingenio desbordado a favor y en contra de todo y de nada, con aderezo de mucho Murcia.

A mí es que el Frapuccino me toca esa parte que no es ni café ni postureo, es rollo cheesecake o paparojote, el píloro me impide hacer chistes sobre algo tan conseguido; y luego está el tema de poner el nombre en el vasico, los tamaños, la variedad€ y las letricas blancas con aire a gran ciudad, que nos vienen como limón al huevo, por cierto. Si estos americanos han sabido coger todo lo que no es café y nos lo han vendido como café, igual en vez de reírnos deberíamos aprender un poquico, que tienen 17.800 cafeterías en todo el mundo.

Así que es que yo creo que Starbucks no es una cafetería, ni puede competir con un asiático, un Belmonte, ni siquiera con el cortado de la Trapería€ Para mí es tan respetable el que hizo cola el otro día para hacerse con su potingue americano como el que se desvía en El Albujón para su asiático. Y tampoco deshecho la preciosa nueva frase para quedar en el centro que nos deja el amurcianaje del oficial Starbuck a bordo del Peqoud: «Noh vemoh ande l´ahtarbah». Qué diría Herman Melville de todo esto siglo y medio después... Ha llegado hasta Murcia la ballena americana, el Moby Dick del café que no es café€ ¿O es que alguno lo es realmente? Vale.