Un fracaso académico inmerecido salvado después, aunque muy tarde, con excelencia; una frustración sentimental encadenada al asunto anterior; la muerte, desdicha fuerte tal como en el sueño de Calderón, más inoportuna que nunca, con la ocurrencia de haber accedido por senderos no autorizados, y una exagerada acción catastrófica en forma de original accidente, todo, en su conjunto, dan con el superviviente. Y si, por demás, el superviviente, desplazado en Escocia, permaneciera terne en su mudez políglota, la supervivencia ganaría un punto más sobre el punto exacto de esa propia supervivencia.