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El día D de España y Cataluña

Hoy es el gran día. Todavía no he entendido muy bien cómo han conseguido durante años estirar este tema como un chicle y tensionar a toda la sociedad española a partir de una ilegalidad intangible e imposible -en un ejercicio digno de ser estudiado en la universidad- pero unos cuantos defensores de la separación de Cataluña han arrastrado a todo el país por una vereda muy peligrosa y, en su contrapunto, el Gobierno español -tanto los formados por el PP como por el PSOE- no ha sabido ofrecer una respuesta lo suficientemente conciliadora o contundente para que el ´¿problema catalán?´ hubiera caído por su propio peso ilógico.

Hoy tienen lugar unas elecciones autonómicas que abrirán una nueva legislatura en una de las comunidades históricas de España, como tantas anteriormente ha habido desde que recuperamos la democracia, pero los separatistas han conseguido que cale en todos el mensaje de que estamos ante unos comicios plebiscitarios, algo que de ninguna manera podemos consentir pese a que nos pongan la misma trampa insistentemente. Probablemente yo también he caído en la misma celada al haber titulado así mi artículo, pero intento ordenar mis ideas y sentimientos mientras escribo y eso al menos me permite reflexionar y buscar respuestas ante tal dislate. Hoy nos harán contar votos, diputados, abstenciones, papeletas nulas y, a tenor de lo que avanzan las encuestas, la igualdad de fuerzas dará continuidad a esta dicotomía lacerante y sempiterna, porque tiempo habrá para hacer argumentarios en favor de una u otra postura y dilatarlos meses y meses. Buena parte de la clase política de Cataluña se ha especializado en el teatro del absurdo consagrado por Ionesco y Beckett, entre otros autores.

Muchos candidatos llevan este movimiento literario de los primeros años de la segunda mitad del siglo pasado a su máxima con el uso de un lenguaje sin sentido que depara malentendidos entre los propios personajes y presenta una realidad grotesca y una falta de división clara entre fantasía y realidad. Pero a los separatistas les ha ido bien con este discurso. Insisto, son unas elecciones autonómicas más, aunque sé perfectamente que todo el embarramiento que arrastran las hace trascendentales.

Me compadezco del irrespirable ambiente en el que están sumergidos cientos de miles de catalanes que quieren ocuparse de los problemas realmente importantes, que saben perfectamente que dejarían de formar parte de la UE, si se produjera una secesión a todas luces improbable, que perciben que no les van a bajar los impuestos, subir los sueldos y pensiones e intuyen que, seguramente, no van a ser más felices ante un futuro incierto. Pero hoy en las urnas van a introducir sentimientos alejados de la racionalidad. Confío en que los catalanes acudan mayoritariamente a votar, en esa alta participación en la que los partidos no soberanistas se entregan para poder contrarrestar a los del ´Juntos por el sí´. Y confío en que la situación se pueda reconducir a partir de unos resultados en los que se imponga la cordura y la sensatez.

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