Síguenos en redes sociales:

Las grandes ligas

Según parece, los jugadores de fútbol han amenazado con ir a la huelga. Si esto sucediera finalmente, no podría terminarse la Liga y nadie sabría quién ha ganado el campeonato. Ante esta horrible posibilidad, los medios de comunicación y los aficionados se han llevado las manos a la cabeza aturdidos e indignados. A juzgar por la cobertura informativa que ha suscitado este asunto, da la sensación de que la no finalización de la liga sería una tragedia única en la historia; una tragedia mucho mayor que la crisis que padecemos, que los terremotos en Nepal o que la muerte de inmigrantes en el Mediterráneo.

Para ser sincero, no tengo ni idea del por qué de la huelga. He intentando descifrar las razones pero no consigo adivinar cuál es el verdadero motivo. Según parece, hay una lucha de intereses entre la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) y el Gobierno de España (Rajoy y sus ministros). Sin embargo, aunque no alcance a saber cuál es la razón, supongo que „como siempre„ tendrá algo que ver con el poder y el dinero. Sobre todo con el dinero.

Si, al final, los jugadores de fútbol se fuesen a la huelga y no terminase la liga, no pasaría nada. El fútbol es un deporte que está por encima de los jugadores y que cualquiera de nosotros tiene en sus pies. Por ejemplo, Olivia. Olivia juega al fútbol. Tiene 14 años, es muy seria, con cara de mal humor y vive en Kampala, Uganda. Es la más joven del equipo, pero a pesar de su juventud lo más probable es que muera a los 23 o 24 años, porque tiene sida.

Hace unos días, por fin consiguió jugar un partido. Fue gracias a Patricia Campo Doménech, una mujer que muy pocos conocen en España pero cuyo currículo es sencillamente espectacular. Fue la primera mujer piloto de reactor en España, la primera española entrenadora profesional de un equipo de fútbol femenino en Estados Unidos y la primera que ha logrado que en Kampala las mujeres con sida tengan esperanza. El único defecto que tiene es que es mujer; porque si fuese un hombre su historia saldría hasta en Sálvame diario. Gracias a su labor como voluntaria, Patricia consiguió hace unos días que esas mujeres de Kampala pudieran al fin jugar un partido contra un equipo rival, algo que fue muy difícil de conseguir debido a la marginación y rechazo que sufren por su enfermedad. Y el partido, aunque no tuvo cien mil espectadores, fue todo un hito en la historia de la humanidad. Lástima que ninguna cadena de televisión se dignara a retransmitirlo porque están demasiado ocupadas llenando de basura la parrilla.

En fin. No me vayan a entender mal. Yo soy un enamorado del fútbol. Los primeros libros que me compré fueron sobre técnica de fútbol. Tenía siete años. Desde entonces, he jugado en infinidad de equipos, tanto profesionales como de aficionados. Admiro el regate de Messi, la fuerza de Ronaldo, el toque de Iniesta, pero también me encanta el esfuerzo de Olivia. La única diferencia es que Messi cobra veinte millones de euros netos al año, Ronaldo, diecisiete y un tratamiento de sida para una persona cuesta unos 8.000. Yo sé que Ronaldo, Messi o Neymar nos impresionan, pero mientras ellos se juegan cada fin de semana la Liga y el dinero, cientos de miles de personas se juegan cada día la vida. Mi admiración hacia unos y hacia otros no tiene ni punto de comparación.

Pulsa para ver más contenido para ti