El otro día leí que determinada famosa estaba muy compungida por el fallecimiento de Günter Grass. Ella no lo conocía demasiado, dijo, pero sí a su hermano, de quien era íntima. Se refería a su gran amigo Foie Grass. Al fin y al cabo entre ambos (Günter y Foie), además del fraternal, existía también un vínculo profesional intenso „explicó la diva„ pues los dos trabajaban la hojalata (o algo así, vino a decir) en una fábrica que llevaban a medias y que producía tambores y latas para el paté. De ahí que la ´celebridad´ llorara con tanta intensidad la muerte del primero.

Esto, pensándolo mejor, creo que no sucedió realmente porque, de haber acontecido, se habría convertido en trending topic. Y es que lo insólito „sobre todo cuando se exalta la estupidez propia o ajena„ es digno de atención intensa y global. Lo que sí ha sucedido realmente es el denominado ´trinque de los 5.000 pavos´ por cascar, que, este sí, se ha convertido en tendencia en los últimos días. La verdad es que nos toman a todos por tontos, pero no para un rato.

Resulta que estos histriones sin gracia, torquemadas y bravucones electos de moral laxa (para lo suyo) nos quieren convencer de que es socialmente aceptable „por ser legal, aseguran„ que un diputado del Reino de España levante 5.000 euros mensuales, adicionales a su sueldo. Todo por tomarse dos cafés con galleta y charla, a fin de iluminar, cuentan, al máximo dirigente de una empresa que suele trabajar con la Administración. ¿Acaso el susodicho cobraría esa cantidad por el mismo concepto y ´trabajo´ si no fuera diputado del partido del Gobierno, encargado de asuntos económicos y con acceso directo al Boletín Oficial, a ministerios y ministros? Pues, mira, probablemente no, o quizá sí. Para estos siempre hay disponible una puerta giratoria por los servicios prestados. Pero, claro, eso sería otra cosa „incluso más legal que lo del trinque de los diez de quinientos mensuales„ porque ya no sería diputado. ¡Ah, bueno, siendo así, me quedo más tranquilo!

El excomisionado regional, intermediario en dimisiones de consejeros (judicialmente oportunas), ahora brama y defiende la legalidad de sus ingresos complementarios por su labor de consejero áulico, productor de informes etéreos y coach de la nada. ¿Qué hace este hombre, este especialista en coaching cafetero, que no ejerce como tertuliano y conferenciante, haciendo bolos por el mundo mundial, dadas sus capacidades y la compatibilidad (legal, por supuesto) que el Parlamento le otorga?

Lo de la ética lo debe entender de otra manera, quizá como un concepto, un valor..., algo tan inasible como sus informes verbales, aunque mucho menos cotizada. Quizás eso de la ética para este ciudadano, para este máximo Padre de la Patria, sea sólo aplicable a las cabras y en el marco del conocido trabalenguas: «Tengo una cabra ética pelética, palán palampética...». Puede ser que oyera mucho este trabalenguas a lo largo de su vida y se haya quedado encasquillado en la unión entre ética y este animal de cuatro patas, como relación binaria de correspondencia exclusiva, creyendo que sólo es posible este binomio.

Esto explicaría con solvencia su estupor cuando alguien osó plantearle una reflexión sobre legalidad y ética, en relación con los 5.000 mantecados mensuales que se ha estado metiendo entre pecho y espalda. En ese momento, transido y desencajado el prócer (imagino por el tono de su voz) sólo alcanzó a balbucear: «Es legal». Al mismo tiempo que interpelaba con la mirada a su interlocutora como diciéndole: ¿Pero es que no sabe usted que lo de la ética es cosa sólo de las cabras? y que yo, a la vista está, cabra no soy. ¡Estas periodistas, que no entienden nada!

Un recuerdo emocionado para dos cabras murcianas, amigas de la infancia „como de la familia„. la Ética y la Capricho.