Es esperanzador que en plena crisis haya sin embargo un sector que no sólo no retrocede sino que se amplía. El turismo en toda España, y también en nuestra región de forma algo más modesta aunque en desarrollo, es una inmejorable oportunidad de hacer economía mientras que a la vez se comparte lo que uno tiene con quienes tienen a bien visitarle.

Estos días, en Madrid, la Feria Internacional de Turismo vuelve a apabullar con la potencia de las propuestas de un sector en pleno crecimiento.

La feria enseña tanto los productos más clásicos y consolidados, por ejemplo los de sol y playa, como una infinidad de otras propuestas a cual más creativa procedentes de todos los destinos y territorios turísticos. Está claro que a Fitur hay que ir al menos una vez en la vida, para tomar el pulso al sector y sobre todo para maravillarse de las inmensas oportunidades que tiene de viaje este nuestro ancho, hermoso aunque conflictivo mundo.

En la Región de Murcia, sin tirar cohetes y sin perder de vista nuestros territorios competidores más maduros, debemos tener claro que tenemos mucho que ofrecer. Nuestro territorio turístico es, por supuesto, producto de sol y playa. Pero también, aunque quizás todavía un poco a contramano de los mercados tradicionales, esta esquina mediterránea española y europea en la que tenemos el privilegio de vivir, dispone de otras muchas oportunidades para su desarrollo. Cada ciudad, con la de Murcia en cabeza, cada pueblo, cada comarca, cada rincón de nuestra tierra, alberga unos valores turísticos dignos de ser promocionados, incluso con productos completos, como Lorca Taller del Tiempo, Cartagena Puerto de Culturas, o Caravaca Ciudad Santa, que suponen en el panorama turístico español una singularidad que propone poner en valor un paquete cultural completo como un producto turístico directamente comercializable.

Está claro que nuestra región tiene un margen amplio de crecimiento para un sector que es de presente y de futuro y que, en términos generales, incorpora importantes beneficios para la situación socioeconómica de los territorios que lo mantiene. Nuestros paisajes, nuestro clima y nuestra posición mediterránea aún no del todo colmatada —veremos por cuánto tiempo— ofrecen unas ventajas evidentes que debemos saber aprovechar.

Pero hay que tener mucho cuidado. La calidad pero también la sostenibilidad en la acción turística son premisas fundamentales si no queremos precisamente matar la gallina de los huevos de oro que implica nuestros paisajes, nuestra costa aún disfrutable en numerosos lugares, y nuestras bellezas tan ocultas como accesibles. Me gustaría pensar que, como escuché decir al consejero murciano, Juan Carlos Ruiz, en una entrevista radiofónica, el diseño completamente reciclable del stand que la región ha llevado este año a Fitur, implica un símbolo de que el turismo regional va a ir por ese camino.

Esto sería inteligente. Como también lo sería trabajar por la maduración desde la calidad del producto de sol y playa pero apostando en paralelo por la diversificación de la política de turismo en nuestra región. El turismo de congresos, el de salud, el patrimonial, el crucerista, el turismo activo y deportivo, el náutico, el religioso, el industrial o el idiomático, son productos en los que nuestra tierra también puede intentar mejorar aún más su posición.

Y también el turismo interior y ecológico se nos presenta como una interesante alternativa para zonas que combinan necesidades de desarrollo sostenible con un medio ambiente aún relativamente conservado, aprovechando la tendencia de los nuevos turistas que persiguen vivir de una forma distinta el placer del viaje y el reposo, buscando autenticidad y calidad ambiental, tranquilidad, gastronomía, cultura, eventos y paisajes conservados.