La delegación de la Comunidad Valenciana de la escuadra que rige su destino los últimos veinte años acudirá a la convención nacional prevista para este fin de semana con las huellas de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal, que se ha personado en el Palau de les Arts, aún frescas y con la intendente del recinto apartada de sus funciones tras haber sido arrestada. ¿Qué será lo próximo? Emblemático a más no poder, ¿hay alguna actuación que haya pasado la prueba del nueve? ¿Qué de lo levantado queda libre de toda sospecha?

Dentro del clima de reproche social en el que hemos desembocado no sé por qué, Gómez Bermúdez, uno de nuestros súper jueces, disecciona la situación ante la invitación de Iñaki Gabilondo: «Un imputado no es un condenado, no tiene nada que ver. Un ciudadano, con solo presentar una denuncia, ha convertido en un imputado a otro ciudadano. Eso sí, el grado de imputación será más sólido conforme intervengan los estamentos judiciales. El proceso es un cúmulo de escalones, vamos subiendo la escalera. Cuando ya un juez adopta una medida cautelar hay que pensar que tenía algún viso de realidad la denuncia y cuando el juez abre el juicio ya parece que hay algo sólido». Responsabilidades políticas aparte, que tantas veces se olvidan, algunos visos por aquí parece que tenemos y lo que te rondaré morena. Sí, porque no creo que a la rondalla popular le dé por volar a la convención desde el aeropuerto de Castellón, por ejemplo.

Claro que, como se descuiden, el que acude a la cita es Bárcenas. Parte de la oposición se daba por ofendida cuando a quien menos gracia le hace la situación es al partido en el que se doctoró el extesorero. Como diría Gómez Bermúdez con toda la razón, el condenado aún no es tal. Lo que sí se puede decir es que, de todos, el que más preñado está es Rajoy.