No sé lo que les ocurre a los políticos cuando llegan al Gobierno. Da igual el color de sus siglas o su ideario. El caso es que se transforman y comienzan a ver una realidad paralela muy lejana a la que observa el común de los mortales. Rajoy fue el primero en entrar en esa dimensión y desde hace meses repite como una letanía o mantra que ´ya ha pasado lo peor y que España va por el camino de la recuperación´. Una variante de los brotes verdes de Zapatero, que tantas carcajadas nos produjeron en el pasado. Es llegar a la Moncloa y, en unos años, sus inquilinos empiezan a ver la vida de color rosa. Quizá es el café que sirven en los consejos de ministros, que lleva alguna sustancia que provoca una placentera visión de las condiciones en las que viven los ciudadanos. O tal vez sean los asesores del presidente o de los ministros, que ven el vaso medio lleno cuando está medio vacío o intentan transmitir a sus jefes un optimismo que nadie ve en la calle. Con que salieran un poco más de los despachos y vieran la cruda realidad acabarían con sus ocurrencias. La última la de De Guindos, que afirma que los españoles ya no tienen miedo a perder su puesto de trabajo.