Históricamente Murcia ha sido una comunidad emisora de emigrantes. Durante muchos años los murcianos iban a Francia y Alemania. Dejaban durante meses a sus familias para ir a la vendimia, para buscar un futuro para los suyos, un futuro que en Murcia no existía. Muchos fueron los murcianos que se sacrificaron y sufrieron para que sus familias pudieran acceder a un futuro mejor.

No hace mucho, antes de la estafa, que muchos han tenido a bien llamar crisis, la Región se convirtió en receptora, mano de obra barata que vino a ocupar la demanda provocada por la burbuja inmobiliaria y el boom de la construcción, el sector turístico y de servicios, la agricultura y los cuidados. Los que llegaron era por lo general provenientes de países latinoamericanos que estaban sufriendo fuertes crisis económicas y por tanto no tenían muchas más opciones que buscar nuevas oportunidades en otras latitudes. Los que venían y lo continúan haciendo de África, lo hacen también para mejorar sus condiciones de vida pero también hay quienes huyen de situaciones extremas, de guerras y ocupaciones.

Ahora las tornas van cambiando, volvemos a ser los que nos vamos, la juventud más preparada de la historia no tiene futuro en este ´maldito cortijo´ de aeropuertos, AVES, prebendas y redes clientelares. Bajo el lema de «no nos vamos, nos echan», cientos de murcianos huyen de la realidad de una Región con un 60% de paro juvenil, cientos de familias ven como sus hijos tienen que abandonar su casa para poder encontrar un futuro mejor, o en muchos casos un futuro. Aún así son muchos los que no se sensibilizan, los que ven como un problema a aquellos que vienen, que huyen, que sufren, en parte también por la discriminación institucionalizada.

La política migratoria que por un tiempo fue ´amable´ para crear el efecto llamada conforme la situación económica empeora va cambiando hasta llegar al punto de convertirse en represiva e incluso vulnera los derechos humanos. No es inusual encontrarnos con noticias tan denigrantes sobre el trato que las autoridades de este ´Estado Policial´ dan a los que han conseguido saltar vallas asesinas y atravesar mares.

La sociedad parece haberse hecho insensible al sufrimiento de aquellos que nos rodean. Pocos conocen la historia de los CIE, Centros de Internamiento de Extranjeros, lugares dispersos por toda nuestro Estado, lugares donde se vulneran los derechos humanos. En ellos se encarcela a personas extranjeras sin delito alguno, por el simple hecho de no tener papeles. Pueden permanecer encerradas hasta sesenta días, privadas de sus derechos y libertad de movimientos. No tienen derecho ni a sus nombres. Desde que entran hasta que salen se las llama tan solo con un número. Diversas ONG denuncian desde hace años falta de atención médica adecuada en los CIE, malos tratos, hacinamiento, incomunicación e indefensión ilegal de las personas encerradas.

El capitalismo ha deshumanizado esta región, la cultura del ´yo´, de lo mío, de la propiedad, nos hace mirar a un aeropuerto vacío, a unos políticos corruptos, a las autopistas que terminan en bancales o a la ilusión de un parque de atracciones de la Paramount. ¿Por qué no reflexionamos aunque sólo sea durante cinco minutos? ¿Cómo nos sentiríamos si los hacinados, los repudiados y los privados de sus derechos fueran nuestros hermanos, nuestras hermanas, nuestros hijos o nuestras madres? Seguramente muchos murcianos no lo sepan, pero en Murcia existe uno de estos ´malditos´ centros, una vergüenza para esta región, que mientras gasta 22.000 euros diarios en los intereses de un aeropuerto inútil, es incapaz de garantizar los derechos más básicos de las personas.

El pasado 18 de diciembre fue el Día Internacional del Migrante. Aunque sea sólo un día, sólo una fecha, pensemos, reflexionemos, hagamos autocrítica y olvidemos por una vez el ´yo´, pensemos en el ´nosotros´, en la sociedad y en construir un espacio más justo. Para su reflexión: «¿Acaso soy libre si mi hermano se encuentra todavía encadenado a la pobreza?» (Bárbara Ward).

Acabamos con el mensaje del secretario general de la ONU en el Día Internacional del Migrante, el 18 de diciembre del 2013: «Hagamos que la migración beneficie a los migrantes y los países por igual. Se lo debemos a los millones de migrantes que, con su valentía y sus sueños, ayudan a que nuestras sociedades sean más prósperas, flexibles y diversas». Esto no puede ser solo el final de un discurso; esto es lo que pretendemos llevar a la práctica para hacer de nuestra Región un lugar conocido por su integración e inclusión de todas las sensibilidades que en él convivimos.

Tal y como lo recogen nuestros principios de Ganemos la Región de Murcia: «El cumplimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, independientemente de la procedencia, raza, sexo u orientación sexual, ha de ser garantizado por las instituciones».