Una de las patas sobre las que se sustenta una sociedad democrática es una prensa libre que no esté supeditada al poder y que tenga al ciudadano, en sus diferentes visiones de la realidad, el objetivo de su trabajo. Los medios de comunicación deben tener siempre como parámetros las leyes vigentes como límites a su tarea de informar. Por ello, ha alarmado a muchos profesionales la intención mostrada por algún dirigente de Podemos de incluir en su programa la necesidad de elaborar una ley de prensa que regule esta actividad. Los que conocimos los tiempos del franquismo no podemos más que recordar, cuando se nos menciona un texto legislativo de este tipo, la ley de prensa que amordazaba a los medios para evitar que el poder de la palabra pusiera en peligro un régimen dictatorial. Existe un Código Penal que castiga a aquellos que puedan cometer un delito. Una Ley de Defensa de la Competencia impide las concentraciones excesivas empresariales que puedan derivar en monopolios. Luego, ¿para qué se necesitaría una ley de prensa? Porque los ciudadanos son muy libres de acceder a cualquiera de los medios de comunicación existentes¿Quizá se pretenda obstaculizar el trabajo de profesionales que molestan a una opción política determinada?