Perdone que le moleste, pero ante una situación de extrema delicadeza o de máxima importancia ¿actuaría usted preso del pánico? ¿sin pensar, quizás? ¿tomaría decisiones conducido por la ira o el desprecio a terceros a sabiendas que pueden no ser las más idóneas?

Realmente creo que no y estoy seguro de que usted también lo cree. Tanto usted como yo meditaríamos y al final tomaríamos la decisión más sensata.

Sé que políticamente hablando es la hora de dar un golpe en la mesa, porque los de efecto no han dado resultado. Sé que es la hora de decir basta ya de corrupción, de impunidad, de indultos vergonzosos, de cuentas Milka, de familiares alistados, pero no en el Ejército, en definitiva de la división ciudadana en listos y tontos. En vividores y sustentadores.

Y si uno quiere que lo tomen en serio ha de llamar a las cosas por su nombre, y su nombre es que los que nos gobiernan se lo están llevando crudo y los chicos de Podemos son los hermanos Dalton vestidos de Sylvester Stallone en Juez Dredd. Menos mal que no les ha dado por querer ser Rocky Balboa, con eso de que están tan envalentonados. Aunque al señor Iglesias le pega más ser el Christopher Lambert de Los Inmortales por eso de que solo puede quedar uno (él, se supone).

Llamar a las cosas por su nombre, como digo, implica que los nerviosos socialistas e Izquierda Aturdida se pondrán sus mejores galas para ver si en el baile de fin de curso, Pablo Iglesias, el John Travolta político del siglo XXI, los elije como pareja de baile, que Grease moló un montón.

Llamar a las cosas por su nombre implica que los populares intentarán meterle el miedo en el cuerpo con cuentos chinos, pero no se dan cuenta de que ellos dan más miedo que un nublao y lo han demostrado con su déspota actitud. Que ya no estamos para cuentos, aunque el suyo de Alí Babá y los cuarenta asesores ya nos lo sabemos.

Por eso les digo que se piensen muy bien cómo van a reaccionar. Pero, ojo, cuidado cómo y por medio de quién se da el golpe porque le puede salir rana. Un voto tiene mas fuerza de lo que parece, por eso los que han hecho de la política una carrera de fondo y lo que es peor, una forma de vida, al llegar tiempos electorales le van a tirar los tejos a degüello.

Querido amigo, en mayo será usted otra persona. Ya no será la más fea. Tendrá un nosequé que lo hará especial. ¿Será en esos lindos ojos verdes que brillan a la luz de la luna? Téngalo claro, en la campaña electoral del próximo mes de mayo usted se convertirá en La Cenicienta.

No se deje engatusar aún. Hemos de comenzar a andar por otros caminos, si cabe con un primer paso, pero un paso adelante. No hace falta que sea ruidoso sino efectivo y contumaz. Debemos posicionarnos, poner los puntos sobre las íes, alzar el brazo y ofrecer a la gente una opción. Pero primero hemos de relajarnos, pensar detenidamente y haber contado al menos hasta diez. Que de ver chulerías y venirse arriba como el señor Iglesias o el hablarnos como si fuéramos tontos del señor Rajoy estoy ya cansado.

Aqui estoy para dar la cara, aunque lo malo de ser decidido y dar un paso en política es que puedes pisar un excremento de can y, lo que es peor, resbalarte. Vamos, que puedes meter el remo hasta los escálamos. Usted me dirá que esto es una vergüenza, que hay dos Españas, la de los políticos en el poder y la del resto, la de empresarios que corrompen... y hay que tirarse a la piscina.

Que sí, que sí, que yo tambien estoy más caliente que la plancha de un MacDonald, que estoy igual de indignado que los populistas, y que me siento igual de estafado, vilipendiado y engañado. Pero vuelvo a repetirle que las decisiones en caliente no son la mejor opción y eso lo sabe usted, lo sé yo y lo sabe Maroto el de la moto.

Es muy fácil abanderar el odio que se ha generado en la sociedad, de verdad que es realmente fácil. La olla se está empezando a resquebrajar. Se que para hacer un caldo ha de estar el agua muy caliente, pero si hierve demasiado lo echamos todo a perder.

Así que, querido lector, alégreme el día, como decía Harry el Sucio, y vaya pensando muy seriamente cual es la solución. No le voy a pedir que vote a Ciudadanos, el partido de Albert Rivera, mi partido. Aún no, para ello le intentaré convencer en otro artículo. Les pido solamente que recapacite, que para nosotros usted no será la nueva guapa del baile de esos preciosos ojos verdes, usted será quien es y siempre ha sido: un ciudadano con nombre y apellidos.