Hay mundo más allá del señor Lara, su autocracia literaria y ese colosal feudo que dirige, llamado Editorial Planeta. Sí, todavía hay pequeñas iniciativas que no renuncian a la utopía de vivir dando a luz buenas historias. Esos locos del papel, por cierto, suelen apostar por productos alejados del fenómeno Best-Seller y de la terrorífica prosa de Grey y sus sombras. A lo que no renuncian es a la literatura de calidad, a esa que trata de ir más allá y aportar algo al que se enfrenta a sus páginas. Ahí están los deliciosos cuentos de Páginas de espuma, las novelillas transgresoras de Alfabia, que rozan con una sutilidad hermosa los límites de la experimentación, y la loca apuesta por la poesía de Renacimiento. A ellas se unen las iniciativas murcianas La galla ciencia, La fea burguesía y Balduque, entre otras, que también son buenos ejemplos de que los grandes alquimistas de la palabra todavía existen, pese a no contar con el apoyo de los importantes grupos editoriales ni de sus millonarias campañas de marketing.