El otro día hablaba con mi hermana sobre si era justo o no que, dependiendo del país en el que hubieras nacido, tuvieras más o menos posibilidades de vivir con dignidad. Y no, no es justo. Desde que comenzara la crisis en España cerca de 300.000 españoles, según datos oficiales, se han visto obligados a emigrar en busca de su futuro. Es muy triste tener que abandonar tu país porque no encuentras trabajo, pero más triste aún es que te prohiban hacerlo. Los inmigrantes subsaharianos que han tratado de cruzar la inhumana valla de Melilla esta semana son un claro ejemplo de la injusticia social que supone no poder soñar con una vida mejor porque te lo impiden unas fronteras dibujadas en un mapa por unos hombres que jamás lucharon por conquistarlas. Los seres humanos deberíamos poder caminar sin fronteras.