¿Quién no se ha estremecido al escuchar Piensa en mí interpretada por Chavela Vargas? Su voz hiere, es inevitable. Y lo sigue haciendo todavía hoy, pese a que el día 5 se cumplieron dos años de su muerte. Ella desapareció, trascendió dicen algunos, pero su voz, con esa rotundidad tan mágica, sigue todavía aquí, susurrándonos al oído una evidencia: vivir duele. Y mucho. A Chavela hay que escucharla de madrugada, cuando uno es más vulnerable, para que, poco a poco, su vieja letanía vaya calando hondo. Su música, sus cantos, transportan a un lugar especial e íntimo. Fue una artista tan particular -que le pregunten a Sabina o a Almodóvar, la adoran- que ponerse frente a su arte es una experiencia irrepetible. La noche, el vino y la Chamana. ¡Vaya lujo! Me pregunto si las generaciones futuras escucharán a Chavela Vargas, si tendrán tiempo y ganas para darle al play y perderse en el misterio de su música. Ojalá lo hagan, ojalá no pierdan la oportunidad de enfrentarse a la dureza de su voz cantándole a la vida, cantando la vida. Yo todavía no la dejo que se vaya.