Me resistía a hablar de Miguel Ángel Arias Cañete, pero no hay modo, este hombre ha convertido las elecciones en un referéndum sobre Cañete. Es la fatal atracción del casticismo, sobre todo para el que es castizo. Lo castizo es simplemente lo de siempre, el macizo de la raza, la España cañí, y al que lo lleva dentro lo termina rebosando y se le desparrama por toda la carcasa. Da igual que uno sea abogado del Estado (es el caso), si la enjundia es castiza se le acaba poniendo traza de sargento chusquero, párroco de pueblo o picador de toros, y me refiero a lo que eran tan dignas profesiones en la España castiza. Una vez poseído por su facha, el castizo ya no puede dejar de hablar en ese código, y con una mujer delante le sale a borbotones el supremacismo, pues a fin de cuentas Soberano es cosa de hombres. Bien mirado Cañete puede ayudar a que en Europa nos vean al fin como siempre nos habían imaginado.