Salvo imprevisto de última hora, el próximo martes, 20 de mayo, se celebrará oficialmente el acto de toma de posesión del nuevo equipo rectoral en la Universidad de Murcia. Atrás quedan ya, las interminables jornadas de campaña electoral, los nervios de las dos votaciones que tuvieron que realizarse, las penas y alegrías tras conocer los resultados electorales e incluso la incertidumbre del ajustado resultado final. Ha pasado tiempo suficiente para que las aguas vuelvan a su cauce y cualquier marea, marejada o remolino que pudiera haberse generado en su momento quede en el olvido.

Siempre quedarán malos agoreros que seguirán dándole vueltas al resultado, analizando porcentajes, buscando responsables y profetizando un incierto futuro al nuevo equipo rectoral, por no haber conseguido el apoyo mayoritario del profesorado, pero el que suscribe, que ha visto crecer sus canas entre togas y birretes, les puede asegurar que éstos se equivocan. Si algo tiene muy arraigado esta centenaria Universidad, es su cultura democrática. La Comunidad Universitaria ha votado y la decisión mayoritaria que se ha tomado ´va a misa´ (también tenemos bastante arraigado eso de las misas, por cierto).

Hasta los más implicados con las otras candidaturas, terminarán por reconocer que, aunque el resultado con el que José Orihuela ha llegado al Rectorado pueda parecer muy ajustado (sólo tres décimas de ventaja respecto a la candidatura de Juan María Vázquez), no lo es tanto, si tenemos en cuenta que estamos hablando de votos ´ponderados´ (en números reales, la diferencia fue de unos 1.700 votos). Se darán cuenta de que llegar al Rectorado por el apoyo del alumnado no es una crítica, sino un halago, o que no contar con el apoyo de ciertos poderes fácticos puede ser incluso ventajoso a la hora de gestionar la Universidad sin presiones. Entonces cesarán las dudas y los malos augurios.

Estoy seguro de que el próximo martes, cuando el profesor Orihuela y su equipo tomen posesión de sus nuevos cargos, ya no habrá partidarios de uno u otro candidato, no habrá críticas a la gestión del anterior rector ni se hablará de continuismo o renovación, porque todo habrá pasado. Será momento entonces de felicitaciones y reconocimientos, a los que, como universitario, me sumo desde esta columna, aprovechando que estamos en el mes de mayo para echarles flores.

Mi más sincera felicitación a los que han ganado, por haber sabido llegar al electorado y por su apuesta valiente a la hora de plantear renovación y nuevas ideas que han ilusionado a los votantes, mi reconocimiento al trabajo desarrollado durante la campaña y mis deseos de éxito durante la legislatura que les viene.

Felicitaciones también y reconocimiento de su trabajo, para los que lo intentaron, los otros tres candidatos y sus equipos, que trabajaron con toda la ilusión durante la campaña, propusieron mejoras, planificaron equipos y plantearon programas que no deberían quedarse en el olvido (ni las personas, ni las ideas).

Pero, ante todo, una gran felicitación y todo mi reconocimiento a la buena gestión de los que lo dejan. Con sus luces y sus sombras, estando unas veces de acuerdo y otras radicalmente en desacuerdo con sus decisiones, creo que es honesto reconocer que la gestión del rector Cobacho y su equipo, ha sido buena para la Universidad de Murcia. Han tenido que afrontar una época de recortes salvajes, gestionar una Universidad que cada día tenía más necesidades y menos recursos para paliarlas, negociar con una Comunidad Autónoma endeudada, sin ideas y que año tras año aumentaba su deuda y recortaba la asignación presupuestaria a las universidades públicas y, sin embargo, han conseguido mantener la nave a flote, cuando lo más fácil era dejar que se hundiera y echar la culpa a otros.

Las negociaciones con la CARM y las medidas de austeridad diseñadas por el equipo económico de la Universidad de Murcia, encabezado por el vicerrector Antonio Calvo, el trabajo del secretario general, Joaquín Lomba, del gerente Pedro José Gálvez y del resto de vicerrectores y vicerrectoras han conseguido contrarrestar en parte esos recortes, paliando en todo lo posible el daño y haciendo que no se resintieran demasiado las condiciones de trabajo y los salarios del personal, por lo que la Universidad ha podido seguir funcionando en unos niveles dignos de calidad, pese a la ineptitud de nuestros políticos. Dice el refrán que «es de bien nacidos ser agradecidos», por lo que considero que es de justicia agradecer la labor desarrollada por José Antonio, Joaquín, Pedro, Marian, Fernando, Antonio, Maribel, Conchita, Mercedes, Gaspar, José María, Manolo y Antonio. Como universitario, mi más sincera felicitación y agradecimiento al equipo saliente.

Y, por último, me gustaría desearles toda la suerte del mundo al nuevo equipo rectoral, fuerza para aguantar, ingenio para gestionar y que no pierdan nunca, la ilusión que les ha motivado durante toda la campaña electoral.