Con las orejas tiesas, y que no es poca cosa, estaba con la publicación de la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial, por eso de restringir a los jueces dar su opinión públicamente sobre temas de actualidad. E incluso estaba ya preparando un artículo de despedida para todos ustedes, por si acaso. Pero no, como era de esperar en la sensatez de los redactores de esta nueva norma jurídica, las limitaciones solamente se refieren a opinar acerca de asuntos que se encuentren sub iudice, máxime si eres tú el encargado de tramitarlo. Lógico, normal y hasta necesario. Y como era lógico nunca hice cosa parecida, por lo que no peligra mi faceta de articulista., al menos por esa vía.

Muchas son las modificaciones que ha propuesta la nueva ley, que en realidad no son tan importantes como pueda parecer, pues se trata simplemente de adaptar la vieja ley a las nuevas tecnologías y a la nueva sociedad que demanda unos jueces rigurosos y menos estrellas. Y en este sentido de uno pasan a ser tres los jueces que investiguen ciertas cuestiones de trascendencia general. Y el resultado puede ser que desaparezca el juez estrella, o que se aumente su número. En cualquier caso, ya no se va a poder criticar individualmente ni siquiera si va al gimnasio con sus hijos, pues será preciso que las tres familias se pongan de acuerdo para hacer lo mismo. Si se quiere se seguirá buscando tres patas al gato, pero al menos siempre podrá el juez cotilleado consolarse con sus colegas de cotilleo. La reina y los príncipes también van a ser aforados. Lo que me parece muy bien pues si lo estamos los jueces y los diputados, ellos también deben ser aforados cuyo privilegio consiste esencialmente en ser juzgados por el Tribunal Supremo. Claro que para eso hay que estar en España y no en Londres, pues el principio de territorialidad obligaría a juzgar por las leyes británicas. Pero eso es otro cantar.

Esperemos que esta nueva ley, que no ha sido tan criticada como lo fue la de las tasas judiciales, tenga al menos el mismo éxito que esta última en cuanto a la reducción de asuntos judiciales, aunque siguen existiendo puntos muy discutibles de la misma. Pero lo cierto es que dichos asuntos descendieron en 2013, y espero que no se haya quedado nadie sin reivindicar sus derechos por falta de euros, pues la verdad es que si descendieron los pleitos fue por dos razones: una, porque no hay dinero ni para pleitear, y segunda y como consecuencia de lo anterior, no se pueden pagar las tasas judiciales en aquellos procesos que las exigen. De ahí que en laboral, donde el trabajador pleitea de forma gratuita en cuanto a tasas y costas se refiere, los juicios han aumentado un 2,1 %. Sin embargo, en el resto de las jurisdicciones han disminuido. Y en la que más ha descendido el número de pleitos, ha sido en la más atascada, pues las pendencias en algunas salas de lo contencioso-administrativo son antológicas, por no decir vergonzosas: bajaron un 15,5 %. Un 9,2 % los procesos civiles (incluidas las ejecuciones hipotecarias), y un 2,1 % los juicios penales. Pero si esto es importante aún lo es más que en 2013 se han resuelto más asuntos que los que ingresaron. Este es el camino para que no se eternicen Nuestra Comunidad murciana se encuentra entre las que sobrepasan la media nacional de litigiosidad. Quizá por eso Miguel Hernández nos tildaba ´de dinamita´. Aunque a juzgar por la paciencia que tenemos respecto a ciertas obras públicas para una mejor comunicación de nuestra región, no sé si será porque tenemos mucha fuerza interior.

Joaquín Ángel de Domingo Martínez