En los Inocentes Información de Alicante publicó que, dentro del lanzamiento de aquellos días, la empresa pública Ciudad de la Luz se gastó al menos 132.000 euros en un acto promocional en Madrid. Cualquiera convence a ustedes que se trata de una inocentada. No, no lo es pero la foto de Eduardo Zaplana, ese 27 de junio de 2002 en un palacete pocas fechas antes de que Aznar lo reclutara para fortalecer los designios del Estado desde su gabinete dejando a Camps al frente del corralito valenciano, con Ana Botella, teniente de alcalde aún de rojo ya y él como un pincel, bien merece la pena el esfuerzo que hubo que hacer. Unos cuantos años después, si no fuera por la ruina que representa, Ciudad de la Luz sería solo una entelequia como bien dejó patente, en aquel acto hoy investigado, la alcaldesa ex olímpica a la que se aprecia con uno de sus gestos característicos en el que se hace la interesante queriendo transmitir lo bien que capta la profundidad del evento cuando lo que está presentándose es nada con sifón.

El todavía jefe del Consell, en cambio, no puede sacarse de la cara esa sonrisa de encantador de reptiles de todo tipo y condición, sabedor de que su apuesta personal pasa por patentar proyectos emblemáticos de cartón piedra sobre cuya viabilidad y aportaciones no tendrá responsabilidad porque él solo nos embarcó en ellos y designó al menda que los pasaportó a la gloria ya que, como no se cansa ahora de repetir, hace mucho tiempo que se encuentra ausente de su tierra.

Lo que está perdido para la causa es el complejo cinematográfico y el televisivo radicado en la localidad de Burjassot, mientras que al sector audiovisual propiamente dicho le va a costar Dios y ayuda conseguir levantarse. Quién se lo iba decir a la parroquia cuando por el vídeo del acto aquel se apoquinaron 90.500 euros. Poco para tanto lucimiento. No hace falta que les diga con qué cuajo se daba la pareja esos aires enmedio del bochorno. Con el propio de todo lo que ha ido abanicándose.