Nos están preparando la boleta. La liquidación, el finiquito. A la Región de Murcia como comunidad autónoma de las Españas. Cada vez que hablan con desdén del ‘café para todos’ de lo que hablan es de nuestra degollina. La de todas las domésticas que han llegado a creerse históricas, iguales. Las Castillas pequeñas deberán desaparecer o limitarse a una autonomía-calabacín, un Entierro de la Huerta con Valcárcel recitando bandos panochos en los que se diga mucho bajoca y pésol, que son palabras catalanas que los caravaqueños no entendemos. ‘Madrit’ es el espejo mágico ante el que se mira cada día —quejosa, contrariada, soberbia, malcriada— la Cataluña madrastra y ama del mercado español que es su colonia. Lo que no soporta es la posibilidad de Blancanieves. Que nadie sea como ella. No aspira a la belleza, sino sólo a ser más. Al fin, sólo la vieja envidia hispana, atormentada y miserable, que no goza con su propio bien, sino sólo con el mal ajeno.