El proceso de descentralización sanitaria que dio lugar, entre otras cosas, a la aparición de diecisiete sistemas de salud, integrados teóricamente en nuestro Sistema Nacional de Salud, con el paso del tiempo ha llevado aparejado un sinfín de trabas burocráticas que en ocasiones desvirtuaban lo esencial de dicho sistema, la utilización de ese recurso cuando se necesitase en cualquier punto de España.

Todos los Gobiernos autonómicos, para mejor identificar a sus ciudadanos desde el punto de vista sanitario y poder prestarles sus servicios, tomaron como primera medida la elaboración de su tarjeta sanitaria en sustitución de las antiguas cartillas de asegurado y beneficiario.

Aunque parezca mentira, desde que se tomó esa decisión lo relevante ya no era ser español, sino catalán, vasco, murciano, madrileño y así hasta cumplir nuestras diecisiete denominaciones autonómicas.

Hasta febrero de 2012 los consejeros de Sanidad autonómicos no fueron capaces de ponerse de acuerdo en los criterios básicos y en el formato de la tarjeta sanitaria del Sistema Nacional de Salud. Bienvenido sea el acuerdo.

Bastante antes, la Ley de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud, de 2003, establecía que los ciudadanos tienen el derecho a recibir por parte del servicio de salud de la Comunidad autónoma en la que se encuentre la asistencia sanitaria en las mismas condiciones y con idénticas garantías que los ciudadanos residentes en esa Comunidad autónoma.

El formato único de la tarjeta sanitaria permitirá, entre otras cosas, la identificación del Sistema Nacional de Salud de España, necesaria para el proyecto europeo de interoperabilidad de la información clínica y para la adecuada implantación de la tarjeta sanitaria europea, para la circulación de paciente por la UE, y elemento de garantía para la ciudadanía del ejercicio del derecho a la protección de la salud en todo el Estado.

El formato único de la tarjeta sanitaria individual supone un paso más en la implantación de la e-Salud y permitirá seguir trabajando en la completa implantación de la receta electrónica y de la historia clínica digital. En la actualidad, veinte millones de españoles están ya en la base de datos de la historia clínica digital y el 61,5 % de las rectas médicas que se expiden lo hacen en formato electrónico.

Todo este trabajo no deja de ser una muestra evidente de que en España unos predican y otros dan trigo. Durante el período 2004-2011 los Gobiernos de Rodríguez Zapatero predicaron mucho de la defensa de la sanidad pública y de nuestro Sistema Nacional de Salud, y algo harían, pero la evidencia es que lo esencial seguía por hacer. Entre otras cosas, se dejaron por hacer el procurar que todos los españoles fuesen iguales en derechos y deberes, independientemente del lugar de residencia, además de cumplir y desarrollar una Ley tan importante como la de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud, desde la que se puede seguir hablando de España y de los españoles. Menos mal que otros dan trigo.

Domingo Coronado, secretario ejecutivo de Sanidad del PP regional