Presupuesto es el participio, forma no personal, del verbo presuponer. Es lo que realmente hace cualquier presupuesto de inversión en la Región de Murcia. Dar por sentado un montón de palabras y números. Un pasatiempo.

A los dirigentes murcianos les encanta medirse el perfil en las muchas inversiones que consiguen atraer. Las internacionales llegan en cuentagotas y las nacionales mediante infiltración. De hecho, si existiese la cuantificación molecular de la inversión pública los capítulos de Murcia serían de ese rango. Confieso que revisar las partidas de aumento o disminución en infraestructuras me da una pereza horrible. No porque yo le tenga especial aversión a lo público sino porque los grandes o pequeños aumentos porcentuales son cifras huecas por tres razones.

La primera. Para colocar a la Región en una posición más o menos holgada real haría falta concentrar más de tres décadas de no poner prácticamente un maldito euro (antes pesetas) en los grandes ejes de comunicación ferroviarios, I+D+i y conversación del patrimonio histórico (el casco histórico de Lorca ha sido destrozado a conciencia y los dirigentes, presentes y pasados, continúan sonriendo delante del objetivo).

Teniendo esto en mente la segunda razón cae por su propio peso. Cualquier subida de la temperatura en el congelador de la inversión será percibida por el público como un grandísimo avance. Pues bien, pasan las semanas, los años, las décadas; los periódicos trabajan sobre una repetición cansina de sí mismos y de unos señores que tienen muy claro dónde y con quién se juegan los cuartos. Y no, no es aquí. La última razón es que los Presupuestos Generales del Estado, al menos en España, nunca se ejecutan por completo.

Un antiguo alto cargo que estuvo en el pasado muy próximo al aparato del Gobierno me contó su frustración con dos grandes proyectos los cuales intentó, sin éxito, apadrinar. Uno era de patrimonio y turismo; el otro un programa de actuaciones ferroviarias. Cabría esperar que las mayores complicaciones surgiesen fuera de Murcia. Pues no. El apoyo político y empresarial (las organizaciones empresariales no dejan de ser ´lobbies´ políticos) que recibió fue prácticamente nulo. Los políticos profesionales, los de carné y discursos engolados no veían demasiado tirón electoral. Sí muchas complicaciones en casa propia y aledaños. A los segundos (principalmente promotores locales en la época) el patrimonio les daba un fuerte quebradero de cabeza y del ferrocarril les cegaba, como a los primeros, un tren de alta velocidad a Madrid y Barcelona. Quizás ninguno de los dos alcanzaron a ver más allá. Este persona se lamentaba del pésimo nivel de estrategia política de Murcia y, por supuesto, no se sorprendía en absoluto de la práctica invisibilidad e irrelevancia de la Región en las conversaciones en las que se decidían los temas importantes que, por cierto, no eran las del Consejo de Ministros ni las de los corrillos del Congreso.

Al PSOE-PSRM estos presupuestos le parecen una vergüenza. A los diputados murcianos del PP les han dicho lo que les tiene que parecer „y lo que tienen que votar„. Armado el revuelo de siempre, desde Murcia mandarán enmiendas que en el Congreso enmendarán como quien zurce cada año un calcetín por el mismo lado para volverse a romper la próxima temporada y, de nuevo, ser zurcido otra vez. Este es el único ejercicio presupuesto que podemos presuponer con toda seguridad.