Recuerdo con amargura cuando en noviembre de 2009 se nos notificaba que las subvenciones concedidas a las ONGs. no se iban a pagar. Esta noticia nos la dieron funcionarios honrados que nos advirtieron de lo que se nos venía encima, que no era otra cosa que el cierre de muchísimos proyectos cuya finalidad era dignificar los colectivos empobrecidos, siendo ellos los protagonistas de este proceso. Había comenzado los recortes sociales, que de nuevo se ceñían a los más desfavorecidos socialmente. Los primeros recortes no fueron para educación o sanidad, sino para política social. Ni que decir que los políticos con responsabilidad en esta área guardaron un silencio indecente e inmoral. Gracias a esa información pudimos luchar y que pagaran lo comprometido.

Ya han pasado cuatro años, cuatro años intensos, durísimos, de compromiso y de lucha constante, prácticamente sin descanso psicológico y emocional. Son cuatro años, pero tengo la sensación de que han sido cuarenta. Cuatro años de resistencia para frenar el desmantelamiento de lo que teníamos de Bienestar Social, que en España no era ni mucho menos la panacea. Son cuatro años de muchas noches sin dormir tranquilos, ni vivir con cierta armonía.

Estos cuatro años han cambiado nuestras vidas, hemos perdido alegría, e incluso, nos ha afectado las relaciones con gente que nos quiere y nosotros la queremos. Desde aquí, pedir perdón por ese daño afectivo a tanta gente cercana. Sin darnos cuenta, también nos hemos hecho daño a nosotros mismos, por no medir nuestras fuerzas y capacidades y pensar que quedaba algo de bondad en nuestros dirigentes.

Por todo esto, estoy cansado de muchas cosas que han sido provocadas por la avaricia, la ambición, la soberbia y la crueldad de los que tienen el dinero y el poder. Quiero enumerar algunas que considero que son comunes a mucha gente.

Estoy cansado de ver y escuchar a la gente sufrir porque les han arrebatado el presente y el futuro, echándoles en cara su pasado. Antes la gente te contaba sus penurias y cómo lo estaban pasando de mal y de vez en cuando había lágrimas y sollozos. El otro día me preguntaban qué era lo que más escuchaba y les dije que llantos. La gente no puede más, está destrozada, y lloran con tristeza y desesperanza, intentando balbucear alguna frase. Personalmente, antes aguantaba más; ahora me derrumbo con más frecuencia porque hay tantas personas y familias a las que les han quitado la ilusión de vivir. Es duro escucharles decir que no les importa vivir o morir, porque sus vidas no tienen sentido. Se sienten inútiles porque no trabajan y fracasados porque no pueden alimentar a sus hijos adecuadamente y están en proceso judicial de perder la vivienda.

Estoy cansado de ver a tanto político vacío de sentimientos y valores. Me decía hace poco un amigo mayor, militante histórico del Partido Popular, que las nuevas generaciones de políticos de su partido y de otros sólo pensaban en su interés y en promocionarse dentro de la política sin importarles los medios. ¡Qué razón lleva! La corrupción responde a esta concepción de entender la política.

Estoy cansado de que no haya una movilización social importante y significativa que diga basta ya al empobrecimiento de la gente, que no es casual, sino causal. Estoy cada vez más convencido de que esta estafa financiera, insisto, no crisis económica, ha sido diseñada para justificar los recortes sociales, laborales y de protestas. Dicen que no hay dinero y lo hay: está en los paraísos fiscales.

Estoy cansado de las mentiras y manipulaciones de los que tienen el dinero y el poder. Estoy cansando de la resignación de la ciudadanía, cuya ilusión es que esto algún día se va arreglar. No saben que esta sociedad está siendo diseñada desde Berlín y Bruselas respondiendo a los intereses de los grandes banqueros, sobre todos alemanes, y a los grandes lobbys (grupos de presión). En Bruselas hay más de doscientos lobbys.

Espero que algún día la gente deje de sufrir y llorar y pueda recuperar su presente y su futuro. La dificultad es que esto no nos lo van a regalar ni caer del cielo. Se conseguirá con la movilización social constante desde la desobediencia civil no violenta como ocurrió para que llegara la democracia.