Dicen que el temor a una intervención en Siria hizo bajar la Bolsa. Significa que los que saben de economía observan la realidad como un todo, casi como un conjunto de elementos interdependientes. La medicina holística consiste precisamente en eso. Lejos de quedarse en el riñón o en el hígado, con la miopía que afecta a las especialidades, analiza sintácticamente el conjunto, pues lo primero que conviene averiguar de una enfermedad es su gramática. ¿Se trata de un mal transitivo o intransitivo, de una infección condicional o conjuntiva? Y así hasta comprender que aunque el dolor se produce aquí, el origen se encuentra allí.

Significa que repasa uno los valores de la Bolsa y observa el bajonazo. Esta Bolsa, se dice uno, siempre tan imprevisible, tan loca, tan arbitraria. Y resulta que no, que ha bajado por algo y ese algo, en esta ocasión, es la posibilidad de que EE UU intervenga en Siria para avisar de que así no se mata.

Mire usted, con armas químicas, no.

Se trata, nos parece, de que los demás tomen nota. Al uso de las armas químicas le llaman también 'línea roja'. Hay líneas rojas y cuando se atraviesan pasa lo que pasa. Pero a lo que íbamos nosotros era a lo de la depresión bursátil. Si los expertos nos hubieran dicho que el ataque supuestamente quirúrgico de Obama se debía a la caída de las bolsas, es decir, justo al revés de como nos lo han contado, nos lo habríamos creído también. Si en otras épocas se ha declarado guerras para animar la economía, ¿por qué no en esta?

Todo ello sume al pequeño accionista y al pequeño hombre de la calle en una perplejidad sin límites. Resulta que tus acciones de Telefónica (un valor refugio, según los analistas, y en esa medida, piensa uno, inocente) están contribuyendo a que ocurran cosas feas en el mundo. Tanto si suben como si bajan, y hablando en términos holísticos, es porque alguien ha encendido una cerilla en algún sitio. La realidad tiene una sintaxis complicada, ininteligible en gran medida. No sabemos quién es el sujeto y quién el predicado, pero cómo ignorar que formamos parte de la oración, aunque sea en calidad de un adverbio innecesario.