Vemos con asombro cómo muchos miembros del PP se desgarran las vestiduras ante los escraches, intentando aparecer como víctimas y acosados. Y, junto con ellos aparecen los ya clásicos periodistas mercenarios a sueldo del poder establecido para descalificar el movimiento de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH). No tienen ningún escrúpulo para inventarse hechos, para utilizar a sus hijos como argumento para decir la mala gente que son esas personas, que no tienen conciencia para llamarnos proetarras. Entonces, cuando se echa a la calle a una familia con sus hijos y quedándole la deuda por vida que los condena a la pobreza ¿cómo se puede catalogar esta acción cuando el Gobierno tiene la posibilidad de cambiar esta tremenda injusticia? ¿Los hijos de los gobernantes son más importantes que los hijos de los desahuciados?

Dicho esto, personalmente prefiero no hacer los escraches en los domicilios particulares, aunque se lo merecen por sus actos, precisamente por consideración a la familia, consideración que estos políticos no tienen ninguna cuando se trata de otras familias. Valcarcel dice que no tiene ninguna responsabilidad en los préstamos hipotecarios, pero su Gobierno está realizando tremendos recortes que afectan a miles de familias, lo cual supone la imposibilidad de hacer frente a la hipoteca, entre otras cosas. Los recortes sociales sí son verdaderos escraches, en este caso institucionales, porque acosan a las personas y a las familias, un acoso que conlleva pobreza, destrucción de la propia familia, entre ellos los hijos. Y son escraches que nos duran media hora, sino que duran toda la vida, que los dejan sin futuro o un futuro fuera de España.

Modelo de escraches lo tenemos en Europa, sobre todo en la Troika -Banco Central Europeo, FMI y la Comisión Europea- al servicio de Angela Merkel y lo que representa. La Troika acosa, amenaza, chantajea, coacciona y hunde a países como hemos visto recientemente, cuestionando cualquier decisión judicial que vaya en contra de los intereses de los bancos alemanes. Vuelvo a insistir: estamos pagando la deuda privada de los bancos españoles a los bancos alemanes, algunos franceses y menos a los norteamericanos. Están acosando a las propias democracias, a valores tan fundamentales como la libertad, la igualdad, la justicia, la paz, la fraternidad, la ecología, en definitiva, están acosando a los Derechos Humanos, a la propia dignidad humana, con el fin de dejarla a merced de unos cuantos codiciosos.

Hay escraches legales como son la Ley Hipotecaria, la Reforma Laboral, la de las pensiones, de la Ley de Dependencia, la rebaja de las prestaciones por desempleoÉ Estos escraches no se quedan a la puerta de los domicilios, sino que entran dentro y se quedan. Fruto de estos escraches institucionales son el hambre -¡qué duro es decirle una madre a su hijo que no tiene para darle de cenar!-, el paro, la precariedad, la pérdida de la vivienda, la de las ilusiones y las esperanzas, en definitiva, la pérdida del sentido de la vida. Por eso hay que insistir en que estos suicidios son asesinatos, porque acosan a las familias durantes años, día a día, haciendo que la existencia sea insoportable. Más quisieran estas familias que estos escraches se quedaran a sus puertas y duraran media hora como mucho.

Los que ejercitan los escraches institucionales son hipócritas, orgullosos porque cuando ellos reciben un escrache se cabrean, se enfadan; están acostumbrados al poder, a mandar, a que la gente les haga la pelota, a que seamos sumisos y obedientes, porque se sienten por encima del bien y del mal. No aceptan la protesta, la reivindicación, la lucha social, intentan deslegitimarla apelando a los votos, pero no dicen que esos votos lo han obtenido para que realicen un programa electoral que han prometido. Engañar, mentir, manipular es otra manera de hacer un escrache, en este caso perverso, porque logran el apoyo de la gente en las urnas para después acosar y hundir a esa propia gente que los ha votado con un programa electoral oculto.

El escrache lo hacen también los bancos que llaman a las familias miles de veces, les visitan, incluso se ponen en contacto con familiares para recordar la deuda que tiene su familiar. No es de extrañar que muchas familias no aguanten este acoso y abandonen la vivienda y expresen ¡sea lo que Dios quiera!

Ante los escraches institucionales se requiere escraches populares, de los movimientos sociales, que recuerden a los representantes políticos que su misión es proteger a su ciudadanía, no hostigarla, no empobrecerla. Es legítimo, hoy más que nunca, recordarles a los políticos, para remover sus conciencias, si es que aún les queda, que están al servicio del pueblo, que nos son meros funcionarios serviles de los mercaderes. Seguimos escracheando.