No se de qué nos quejamos los funcionarios y funcionarias de este país. Tenemos lo que nos merecemos, lo que nosotros/as nos hemos buscado, así que ahora no valen lamentaciones cuando nos meten mano desde el Gobierno, nos desvalijan la nómina o nos acusan de ser los responsables del déficit público.

Nuestro primer pecado fue el de decidir prepararnos una oposición. Ya en ese momento pasamos a ser los 'raritos' del grupo de amigos/as. Mientras ellos y ellas se buscaban un trabajo más o menos rentable, nosotros nos quemábamos las cejas estudiando, mientras ellos y ellas disfrutaban del fin de semana con 'pasta' en el bolsillo, nosotros nos quedábamos en casa estudiando o salíamos con el poco dinero que nos daban nuestros padres, mientras ellos y ellas se compraban coche, ropa y caprichos con su sueldo, nosotros nos dedicábamos a envidiarles y soñar con un futuro mejor.

Cuando aprobamos la oposición, nos hicimos el peor favor que nos podíamos haber hecho respecto a la sociedad. Ganamos una plaza compitiendo con cientos o miles de opositores, con lo que nos generamos a cientos o miles de enemigos, cabreados por no haber sido ellos y ellas los elegidos, despotricando contra los funcionarios/as y hablando de enchufes, tongos, favoritismos o cualquier cosa que se les pudiese ocurrir para justificar su fracaso y minimizar nuestro éxito.

Como en la función pública, cualquier ascenso laboral supone pasar por una promoción con su correspondiente concurso-oposición, seguimos generando enemistades, ahora entre compañeros/as, ya que competimos entre nosotros/as. Y los que no lo consiguieron, también justificaron su fracaso ante la sociedad con la cantinela de siempre, los enchufes, los tongos, etc.

Eran épocas de bonanza económica y la sociedad nos miraba con compasión y simpatía, nos perdonaba nuestros pecados porque al fin y al cabo, ellos y ellas vivían mejor. Nuestra estabilidad en el empleo no les daba envidia porque en su empresa nadie hablaba de despidos, nuestro sueldo era miserable comparado con lo que ellos y ellas cobraban, su trabajo era más rentable porque hacían horas extras, cobraban incentivos o sobresueldos por objetivos y podían invertir, crear negocios o especular, mientras nosotros/as, como mucho, podíamos ahorrar un poquillo para cambiar de coche o comprarnos una casita.

Aún así, como nos come el orgullo, cada vez que salía el tema en una reunión de amigos/as, nosotros nos defendíamos y compensábamos nuestros pocos ingresos con los teóricos 'privilegios' que teníamos (días libres, reducciones de horario, etc.) con lo que generábamos más envidias por lo bien que vivíamos los funcionarios/as. Y vinieron las vacas flacas, ahora nadie tiene seguridad en su puesto de trabajo, salvo los funcionarios/as, ahora nadie asegura los incentivos, ni el cumplimiento de objetivos, ni puede hacer tantas horas extras, porque la empresa no las puede pagar, parte de la sociedad no tiene trabajo o se ha vuelto 'ni-siquiera-mileurista' y afloraron de nuevo las envidias.

Casi nadie recuerda la miseria de sueldo de los funcionarios/as, ahora parece excesivo si tenemos en cuenta la estabilidad en el empleo, nadie recuerda el esfuerzo para sacar la oposición porque al parecer, todo lo hemos conseguido por enchufe, dicen que sobran funcionarios/as sin recordar que en su momento, ellos habrían matado por una plaza, nos acusan de ser los responsables del gasto público, sin tener en cuenta que también lo somos de que se presten esos servicios públicos que garantizan el estado de bienestar.

Nos recortan salarios, nos quitan pagas, nos aumentan la jornada, nos reducen los días libres, nos machacan si enfermamos, pero como tenemos estabilidad en el empleo, sigue aumentando la envidia y la funcionario-fobia.

Algún día, las vacas empezarán a engordar de nuevo, la sociedad volverá a levantar cabeza, los sueldos a subir, nuestros amigos y amigas a ganar dinero, invertir y especular, volverán a sacar barriga frente a los funcionarios/as y entonces, no tendremos nada con lo que podamos contrarrestar sus fanfarronadas, porque nos habrán dejado sin sueldo y sin lo que llamaban injustamente 'privilegios'. ¿Nos lo merecemos? ¿No debería haber más funcionarios/as en las manifestaciones para defender lo que es nuestro? De lo que no hagamos hoy, nos arrepentiremos mañana.