Hay una alerta en nuestras huertas que ha llegado hasta las redes sociales. Los mirlos, esas aves de canto aflautado, bellísimas, que pueblan nuestras buenas temperaturas, llevan unas semanas en celo. El macho del mirlo es de plumaje negro brillante y pico amarillo anaranjado, un collarín colorido rubrica el cuello. Las hembras son de aspecto más pardo. Esta especie tiene fama musical por sus tonos graves o agudos, por su repertorio; están considerados los pájaros cantores más armónicos de Europa. En Murcia les llaman 'merlas', pronunciando la voz de una forma muy particular de boca llena de aire.

La llamada de atención ciudadana advierte de la accidentada muerte, en estos días, de muchos mirlos que, atolondrados en sus cortejos amatorios, cruzan carreteras y caminos descuidadamente olvidando su instinto de conservación, y son atropellados por nuestros numerosos vehículos en tránsito, levantando un drama de plumas penoso e innecesario acabando así con la alegría de azabache de esta especie preciosa. Los mirlos, como todas las aves, cantan por dos razones: por seducir o por delimitar el territorio de sus nidales, de sus vuelos y existencia. El mirlo ciego. Se sabe que es el más entonado en su música. Su fama y prestigio es mundial.

Desde las copas de los árboles o las cumbreras de nuestros tejados, los machos de mirlo en celo se lanzan en vuelo rápido y bajo, con el pico abierto, hasta la hembra receptiva que habrá aceptado pareja en disputa violenta con otras hembras de su especie. Es así, en este aletear apasionado, cuando se produce el accidentado final que ha preocupado a los amigos de los mirlos o 'merlas', llamando a la precaución.

El mirlo es también protagonista poético; ahí está ese libro humilde y bellísimo, de cubiertas de seda, versos y páginas breves, Del otoño y los mirlos, del que fue autor el poeta José Bergamín, al que tuve la suerte de conocer con mi fraternal Manolo Avellaneda, en Madrid, aquella tarde de taberna junto a la Puerta de Toledo. Estaba el escritor del 27 arrugado en su piel, cerca del crepúsculo. También Paul McCartney compuso para The Beatles Blackbird, un tema con título e inspiración en el mirlo y su sonido, incluido en su álbum doble y, lo que es más curioso, como introducción armónicA al universal Yesterday.

Los mirlos están en celo, en riesgo por el vértigo de nuestra alocada automoción. Pongamos cuidado de no acuchillar su limpio vuelo hacia el amor.