Lo que conocemos como 'ingeniería financiera' se define tradicionalmente como "la utilización de instrumentos para reestructurar una realidad financiera existente y obtener así otra distinta con propiedades más deseables"; pero también, que esos instrumentos sean innovadores y seamos capaces de formular soluciones creativas a los problemas que plantean las finanzas.

Recientemente conocíamos que el ayuntamiento de Molina de Segura cerraba el ejercicio de 2012 con un superávit de 5,7 millones de euros, algo que en principio debe hacer albergar buenas expectativas para nuestra ciudad, y, también en principio, darnos razones para felicitarnos por la 'ingeniería financiera' aplicada a las cuentas municipales.

Sin embargo, lejos de caer en 'celebraciones' poco realistas, es nuestra obligación plantearnos cómo hemos logrado ese remanente positivo y qué clase de gestión y 'ajustes' lo han hecho posible. Y en este punto hay que aludir a dos aspectos clave: el superávit de 2012 es el resultado, en primer lugar, de la contención del gasto en el capítulo de personal, y que ha supuesto una merma importante del poder adquisitivo de los trabajadores públicos (eliminación de la paga extra y de determinados complementos, por ejemplo); pero, sobre todo, es consecuencia del aumento de la presión fiscal sobre los ciudadanos. Como se puede comprobar, soluciones poco innovadoras o creativas. En realidad, lo de siempre.

¿Quién celebra entonces el superávit de las cuentas municipales? Desde luego, no los ciudadanos de Molina de Segura, ni sus bolsillos, de donde proviene la mayor parte de aumento de los ingresos, vía recaudación de impuestos. Hay que tener en cuenta datos que no se difunden con el mismo entusiasmo por parte del Ayuntamiento, como que la recaudación de tributos se incrementó en 2012 hasta los 42,5 millones de euros, 2.6 millones más que en 2011.

Tampoco nos cuentan que Molina era ya en 2011 uno de los municipios murcianos más caros para vivir: un molinense paga de media 597 euros en impuestos y tasas, un 7% más, de media, que otra persona que viva en un punto distinto de la Región. A ello hay que sumar un 13% más de IBI en 2012, y subidas, por encima del IPC, en la mayoría de tasas, caso del agua y la basura, así como otros impuestos como el sello del coche. Sin olvidar que se han limitado bonificaciones a familias numerosas en el pago del IBI. Y todo esto ocurre cuando los ciudadanos y familias de nuestro municipio pasan por momentos muy difíciles, con una tasa de paro brutal y bajadas de salarios.

La citada 'ingeniería financiera' de nuestro Ayuntamiento no puede continuar viviendo al margen de la realidad social que la rodea, y debe traducirse en beneficios reales para los ciudadanos. ¿Se van a bajar en 2014 los impuestos a los niveles, como mínimo, de 2011? ¿Vamos a asegurar mejor cobertura y prestaciones sociales para las familias molinenses e invertir más y mejor en empleo? Cuando conozcamos la respuesta a estas y otras preguntas, sólo entonces, será el momento de celebrar el superávit, y estaremos a la altura de lo que los ciudadanos nos reclaman.