Se puede hacer política con criterios políticos, se puede hacer política con criterios económicos, se puede hacer economía con criterios económicos, pero lo único que no se puede hacer es economía con criterios políticos. Que es en lo que estaba el entero Gobierno de la nación anterior y parece que también parte del de ahora. ¿Quién dijo aquello de que ´en la política no había que ser partidario de hacer genialidades´? Yo ya estoy viendo alguna que otra genialidad.

Cuando llegó al poder el nuevo Gobierno de Rajoy, su ministro de Agricultura, Cañete, dijo que ya estaba bien de tantos años en que la economía se había subordinado a la ideología, y que él iba a practicar lo contrario. Bien. Su compañera de Gabinete la ministra de Fomento, señora Pastor, hizo ver también que se acabaron las inversiones ruinosas de la etapa Zapatero, famosas en el mundo entero... pero porque ahora ella iba a hacer sus propias inversiones ruinosas, dado que entre las ruinas aún hay clases. Su apuesta por el llamado ´corredor centro´ para transporte de mercancías entre España y Europa es exactamente una de aquellas genialidades a las que tan alérgico decía que era el actual presidente. El titular de Agricultura se queja de que en las desaladoras Zapatero se dejó una morterada improductiva que no teníamos, mientras la de Fomento quiere gastarse sus propias morteradas improductivas. A eso creo que lo llaman «convivencia de distintas sensibilidades en el Gobierno», y a mí todo lo que sean sensibilidades me parece bien, siempre que no se las eche de comer con mi dinero.

La ministra Pastor, aplicando a la política aquel ´deme dos´ de los turistas españoles cuando éramos ricos y Nueva York era barato (allí nos llamaban los ´deme dos´ porque pedíamos, de todo, dos), apostó por un inexplicable ´corredor central´ ferroviario perpetrado por motivos estrictamente electoralistas, que compitiera con el ´corredor mediterráneo´ ideado por motivos estrictamente económicos.

En la Unión Europea han tenido que señalar que Pastor ha metido la pata con el dinero público antes de que fuese a meter la mano. El Gobierno de Zapatero sentía una viva repugnancia por la rentabilidad, y por eso ordenaba construir líneas de AVE por La Mancha profunda donde no se subían al tren ni las cabras con su cabrero o las cestas de huevos con su recovera.

Ha tenido que venir Europa para hacerle notar al Gobierno que un ´corredor centro´ para transportar la mercancía de los votos para el PP que se recolecten en Aragón es lo mismo que volver a hacer un aeropuerto sin aviones o una caja de ahorros para los amigos que no devuelven los créditos.

Con genialidades como las de Pastor, da gusto ver cómo, de aquellos años de locura derrochadora en España, lo único que nos falta son las mismas perras, pero aquel espíritu joven permanece.