En este enredo bizantino nacional de deudas, cuentas de los bancos tóxicas que no explican, con agujeros negros de la cosa inmobiliaria, que han puesto a la España de los casi cinco millones de parados, despedidos, con eres, prejubilados, hipotecados, hay algo que no acabo de creerme. Hubo una cumbre de los líderes de la UE para acordar de una vez por todas la solución a la crisis financiera. Nada, que nos toman por merluzos. No solo no se ha solucionado lo nuestro, a mi leal entender, si no que nos la han vuelto a colar. Resulta que ahora falta un billón de euros para crear un nuevo fondo de rescate para la Unión Europea. Y en España, en concreto, a ingresar la pasta gansa de 26.000 millones de euros en la banca. Anda la osa. Detrás, los halcones de siempre y su troupe (BM, FMI, BCE) que asesoran a los políticos lo que deben hacer.

Mientras tanto, millones de ciudadanos acatando con resignación las imposiciones, disfrazadas de un lenguaje obtuso, por la parte de nuestros blandengues políticos.No obstante, el que fuera presidente de Brasil, Lula da Silva, estuvo recientemente en Madrid , invitado tanto por mandamases progresistas del mundo entero como por fundaciones privadas para que les diera sendas conferencias y aprender un poquito de como lidiar con menesteres financieros e incluso cómo carajo quitarse de encima a esta jauría sedienta, sin límite, de dinero para recapitalizar la banca o rescatar a un país de sus retrancas privadas.

Lula da Silva, más atemperado, diplomático y enérgico, no pudo ser más directo en su prédica a públicos y a privados. Dos décadas atrás, cuando aún andaba en la oposición, observaba como los Lagardes de turno recomendaban a los dirigentes, lo que debían hacer (rescatar a los bancos sin que esto beneficiara en absoluto a los ciudadanos). Cuando fue presidente en 2003 tuvo el coraje de ignorar los mandatos del FMI.

Les advirtió que si no había dinero privado para sacar a su país del lodo, incluida la clase media, lo pondría el Estado (y administraría el Estado). Así fue. Puso a raya al FMI. Recapitalizó las personas , crearon quince millones de empleos en los ocho años de su Gobierno, sacó a los pobres de las favelas y se integró una clase media desaparecida. Brasil, hoy, es uno de los paises más ricos. Dilma Roussef, la presidenta actual de Brasil continúa con la labor que emprendió Lula (luchando ahora contra la corrupción de sus ministros).Ha sido una larga travesía la de este sindicalista, pobrísimo de cuna, quien devolvió la esperanza y la nobleza de la democracia a sus brasileños.

En la España cautiva del FMI y de Bruselas, Lula repitió con emoción que las personas necesitan sentir que su tierra es más de ellos. Que los políticos han de ejercer como políticos y no como víctimas de las grandes fortunas, de los mercados, de los técnicos. Que vuelvan a ser políticos en vez de monigotes pendientes de las encuestas, de la avidez del capital privado que poco suele invertir en el crecimiento de los paises y que hagan cumplir al G20 lo que prometieron en 2008.

No solo Lula sufrió en sus carnes la miseria. Sucedió en Argentina (el corralito). En Ecuador. En Venezuela...

Como reza IU, nuestros políticos no han pasado, ni pasan por la angustia cotidiana la pobreza día tras día. No les vendría mal una temporadita en el paro.