La inauguración del aeropuerto regional de Corvera está a la vuelta de la esquina, y es innegable que se extiende un cierto escepticismo sobre la viabilidad futura del mismo, una impresión que deriva, en parte, de la actual situación económica, pero también de las malas experiencias de otras instalaciones de estas características impulsadas al mismo tiempo por autonomías como la valenciana o la castellanomanchega. Por otro lado, nadie olvida que este aeropuerto competirá con el de San Javier, en el que se hicieron importantes inversiones a la vez que se impulsaba el de Corvera, y la pujanza de El Altet es un hecho constatado. El Gobierno regional concibió esta infraestructura en el sobreentendido de que vendría a suplir el uso civil del aeropuerto militar de San Javier, pero los Gobiernos de Aznar, primero, y de Zapatero, después, no han dado señal alguna de que esas pistas tengan fecha de caducidad. Tampoco hay declaraciones del equipo de Rajoy que adelanten una posición al respecto de un hipotético Gobierno presidido por el líder nacional del PP.

El aeropuerto regional fue concebido como un punto de apoyo de la macrourbanización de Marina de Cope, también promovida por el Gobierno autonómico, y como respuesta a la fuerte demanda de ‘turismo residencial’ que generaban los resorts que se construyeron en la etapa de crecimiento económico. Para unir el aeropuerto con Marina de Cope se creó la autopista Cartagena-Vera, que es la única infraestructura puesta en marcha para redondear ese diseño. El tránsito por esa vía, más bien escaso, resulta expresivo de que sin Marina de Cope las infraestructuras de comunicación concebidas para apoyarla carecen de demanda hasta tanto no se desarrolle esa urbanización. Y aunque el Gobierno ha retomado ese proyecto, el aeropuerto podría sufrir durante años el mismo efecto que la autopista. Por tanto, no está de más que el presidente de la Comunidad estimule a su equipo, como acaba de hacer, para recabar vuelos y clientela para Corvera.